Agencia Innova Digital- El Panteón 5 de Febrero de Xalapa, inaugurado en 1831 como el primer cementerio civil de la ciudad, encierra más de 190 años de historia, arquitectura imborrable y almas que siguen siendo recordadas.
Ubicado en la calle 5 de Febrero esquina con avenida 20 de Noviembre y Poeta Jesús Díaz, este camposanto alberga estilos que van del barroco al art déco, y guarda los restos de personajes ilustres como San Rafael Guízar y Valencia, Juan de la Luz Enríquez y Enrique C. Rébsamen.
Aunque fue clausurado como panteón activo en 1967 y en ciertos momentos estuvo casi en olvido, su declaración como Monumento Histórico en 1986 lo rescató del abandono.
Hoy, es símbolo de que, para los mexicanos, morir no significa caer en el olvido: “siempre habrá alguien que nos recuerde”, dicen quienes visitan sus tumbas y depositan flores blancas en los nichos más solitarios.
Más allá de la muerte, este lugar es un puente entre los vivos y los muertos —los que fueron y los que aún importan—, y cada lápida, cada ala del panteón, cada jardín de criptas abandonadas es testigo de que nuestros seres ya no vivos jamás estarán realmente muertos para el recuerdo.
