Agencia Innova Digital– La tradición del Día de Muertos ha inspirado una oleada de películas y series que la transforman en espectáculo global. Clásicos como Macario y La leyenda de la Nahuala conviven con grandes producciones como Coco y El libro de la vida, incluso una escena internacional de Spectre abrió paso a desfiles que nunca existían.

¿Por qué le ponemos cámara a la muerte? Estas son algunas claves:

Porque el tema da universalidad. En Coco, el director afirma que uno muere cuando lo olvidan —y ese miedo vacío conecta con audiencias de todo el mundo.

Porque muestra que para los mexicanos la muerte no es el final, es memoria viva. La tradición no busca generar terror, sino celebración, unión y homenaje a los que ya no están.

Porque es rentable: la estética de calaveras, altares y colores se exporta, se transforma en moda, en cine, en turismo. Pero con ello también llega la distorsión de lo que originalmente era íntimo y sagrado.

Cuando vemos estas películas, no solo estamos viendo fantasmas: estamos viendo cómo queremos que nos recuerden. Y aunque la cámara cambie el ritual, en el fondo permanece una idea clave: no tenemos miedo a morir, hemos hecho de la memoria nuestra fortaleza.