La reina del golf mexicano, Lorena Ochoa, no necesita títulos ni estadísticas para hablar desde el corazón. Con la sencillez que la caracteriza, la ex número uno del mundo dejó claro que el ciclismo la ha emocionado hasta las lágrimas, y todo gracias a un joven que hoy hace historia: Isaac del Toro.
“Ya lloré muchas veces de verlo, de verlo llegar a la meta, de ver cómo se abraza con su mamá, de ver cómo los mexicanos se reúnen y el orgullo, ver cómo levantan las banderas”, confesó Ochoa con una mezcla de admiración y ternura. “Me tocó estar en lugares muy chistosos, en Singapur, Japón, y llegaban mexicanos con la bandera… es muy bonito.”
Lorena no solo lo ve como una promesa. Para ella, ya es un grande: “Es buenísimo, ya es bueno. No es que le vea futuro, es muy bueno”. En su mirada hay más que respeto deportivo; hay cariño genuino, complicidad y una conexión que va más allá de la bicicleta o el golf: “Conozco su historia porque entrenó en Valle de Bravo muchos años… decirle que nos sentimos muy orgullosos. Que siga disfrutando y logrando sus sueños”.
Pero también le lanza una advertencia amorosa, como quien protege con experiencia: “Está joven, le falta mucho por aprender y lo importante es la estrategia que tenga en su carrera. Que tenga las riendas de su carrera, que vea por su descanso, su paz mental, su felicidad y encuentre ese equilibrio para seguir dando esos resultados”.
No se trata solo de ganar
Desde la primera cima de su experiencia, Lorena ve algo que muchas veces se pierde en el ruido de las cifras y los podios: la importancia de regresar a casa, descansar, comer rico, ver a la familia. Porque sí, el deporte es planificación y estrategia, pero también humanidad. “Que no se presione, que lo disfrute y se llene de energía”.
Y aunque el golf y el ciclismo parecen mundos distintos, Lorena se permite agradecer la comparación. “Impresionante. Gracias por la comparación. El golf a veces es difícil porque no tenemos tantos comparativos mexicanos… ahora él se lo merece todo, le toca brillar y estamos con los ojos en él”.
Más allá de los reflectores
A Lorena no le gustan los rankings, ni decir quién es “el mejor deportista mexicano”. Ella prefiere las historias comunes, las que no hacen ruido pero construyen grandeza. “Me gustan las historias comunes y corrientes, alguien que sale y entrena, que sale con su hijo a hacer ejercicio. No soy nadie para decir quiénes son los mejores, pero estoy orgullosa de ser mexicana”.
En un país hambriento de referentes positivos, Lorena Ochoa vuelve a recordarnos que el verdadero valor del deporte está en la emoción que provoca, en el ejemplo que deja y en los vínculos que genera. Isaac del Toro, sin proponérselo, ha tocado el corazón de una de las más grandes. Y cuando Lorena llora, es porque la historia ya es leyenda.