En colaboraciones anteriores me referí al Tratado de Aguas de 1944, firmado entre México y Estados Unidos, por los presidentes Franklin D. Roosevelt y Manuel Ávila Camacho, y como lo anticipé, este tema se ha convertido en un motivo más de Trump para amenazar a nuestro país, aunque esta vez es cierto que México no ha cumplido con lo pactado.

A pesar de que el mandatario norteamericano aseguró el jueves que no quiere perjudicar a México y que Claudia Sheinbaum es una presidenta “magnífica y una mujer fantástica”.

Horas más tarde, amagó a México con sanciones y aranceles si no entrega los más de 1,520 millones de metros cúbicos de agua adeudados a los productores agrícolas del sur de Texas.

Recordemos que el tratado obliga a Estados Unidos a entregar anualmente mil 850 millones de metros cúbicos de agua del río Colorado y, a México 432 millones de metros cúbicos del Río Bravo.

Para cumplir su parte, México dispone de un periodo de cinco años prorrogable por otros cinco.

El ciclo actual vence el 24 de octubre próximo y México adeuda mil 555.9 millones de metros cúbicos, el 72 por ciento de lo que deberá aportar para esa fecha, según la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA).

Ante las amenazas de Trump, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, respondió “que han sido tres años de sequía y, en la medida de la disponibilidad de agua, México ha estado cumpliendo”.

Sheinbaum señaló que México va a entregar este año “una cantidad de agua importante” a la nación vecina, pero aclaró que no cree que deba renegociarse el tratado porque es “justo” y anunció que las partes llegarán pronto a un consenso.

Si bien este acuerdo no tiene fecha de vencimiento, su revisión y actualización debería ser una prioridad, considerando no solo las necesidades actuales, sino también las proyecciones futuras en un mundo que enfrenta cambios climáticos drásticos.

Por lo que es esencial que ambos países trabajen juntos para garantizar un acceso equitativo y sostenible al agua.

Ya en noviembre, México y Estados Unidos firmaron un acuerdo para prevenir la escasez de agua en el sur estadunidense mediante un suministro más constante y fiable por parte de nuestro país.

Para lograrlo, México comprometió las aguas del río San Juan, que discurre por los estados de Nuevo León y Tamaulipas, lo que según el gobierno local constituye una “violación” al documento original y pone en riesgo la disponibilidad de agua para el norte de la región.

Así como en los temas de migración, la seguridad y comercio, ambos países deben trabajar juntos para garantizar la distribución hídrica a fin de encontrar soluciones innovadoras que no solo cumplan con las obligaciones de los tratados que tenemos juntos, sino que también promuevan la sostenibilidad y el bienestar de las comunidades fronterizas.

Aunque esto parece difícil de lograr en el segundo mandato de Donald Trump, ya que su política proteccionista está más dura que nunca y su actitud cada vez es más impredecible.

Otro tema que quiero destacar y que estará sobre la mesa en los próximos meses es la revisión del T-MEC, programado para el 2026, este será otro punto de presión en las relaciones de México, Estados Unidos y Canadá, porque hace unos días, el mandatario aseguró que el tratado que su país mantiene con México y Canadá es “el peor acuerdo comercial jamás hecho”, por lo que solicitará el apoyo de su Congreso para terminarlo.

Sin embargo, algunos economistas consideran que las declaraciones o las nuevas amenazas lanzadas por el mandatario del país vecino no deben tomarse como el fin del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), sino que marcan el inicio de la fase de renegociación.

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