Agencia Innova Digital.-Cada octubre, mientras miles de devotos se reúnen en la Catedral Metropolitana de Xalapa para honrar a San Rafael Guízar y Valencia, una mujer se convierte en leyenda viva: María Elena Herrera Escobedo. Desde hace más de 16 años, esta incansable xalapeña reparte pambazos a los peregrinos que llegan de todo Veracruz.
Su gesto, humilde pero heroico, ha sostenido el ánimo de quienes caminan kilómetros para venerar al santo patrón de los obispos de México. En tiempos de indiferencia, ella sigue horneando esperanza. Porque en Xalapa, la fe también se sirve caliente y con sabor a pan.
