La carta de la Tierra

Por Ramón Alberto Reyes Viveros

Hoy, 5 de junio, celebramos el Día Mundial del Medio Ambiente, una fecha que no debería pasar como una simple “efeméride escolar”, sino como una pausa profunda para volver a mirar al planeta como lo que es: nuestro único hogar.

En tiempos en que el ruido de la política, la ambición por el poder, la guerra, la tecnología, la economía o el consumo desmedido nos distraen de lo esencial, quisiera hablarles a quienes

todavía tienen los ojos tiernos y el corazón despierto: las niñas y los niños.

A ellos, que aún pueden cambiarlo todo, porque su capacidad de asombro les permite amar sin poseer.

Si pudiéramos traducir la voz del planeta Tierra, si su corazón tuviera palabras, estoy seguro de que nos diría algo así:

Queridos niños y niñas:

Hoy es un día muy especial para recordarnos que la Tierra es como una gran mamá. Nos cuida, nos alimenta, nos canta con el viento y nos cubre cada noche con sus estrellas en el cielo.

Pero a veces se siente triste.

Cuando arrojamos basura al mar, cuando cortamos árboles o arrancamos plantas sin sembrar otras, cuando contaminamos el aire quemando basura o fumando… la Tierra se enferma, y nosotros con ella. Y cuando ya no puede más, nos lo dice con su voz fuerte: en forma de huracanes, incendios, sequías, terremotos o enfermedades pandémicas.

No para castigarnos, sino para suplicarnos que paremos, que la cuidemos y que nos cuidemos.

Pero ustedes, que son pequeños solo en tamaño, pueden ser grandes protectores. Pueden sembrar flores y árboles, verlos crecer y amarlos como su creación.

Pueden cerrar la llave del agua cuando no la usen.

Pueden reciclar, caminar, usar bicicleta o scooter eléctrico en vez de autos.

Pueden amar a los animales —domésticos, rurales o silvestres— no solo en los cuentos, sino en la vida real.

La naturaleza es sabia, poderosa, inmensa.

Es más grande que nuestras ciudades y más misteriosa que el fondo del mar.

Pero también es frágil, como una burbuja que solo se sostiene cuando la cuidamos todos.

Y ustedes pueden hacerlo.

Pueden salvar al mundo y, con él, salvar a la humanidad. De verdad. Con amor, La Tierra

Nos creemos superiores y, sin embargo, somos ínfimos ante la inmensidad de una célula, el aleteo de un colibrí, la furia de un río o la profundidad de un océano.

En un solo parpadeo natural desaparecen nuestras obras, nuestros edificios, nuestras certezas, que frente a la naturaleza no son más que aleteos de mariposa.

Pero nos creemos omnipotentes y poderosos. Conforme nuestra edad avanza, creemos que el bienestar se obtiene solo con dinero, sin reflexionar que eso solo disminuye nuestros valores. Y así, nos llega la supuesta “madurez”.

El cuidado del medio ambiente nos necesita a todos. Somos nosotros quienes necesitamos entender —y rápido— que vivir en este planeta es un acto de humildad y no de quien gasta más y desecha más rápido. Y tal vez, solo tal vez, podamos retomar la inteligencia que muchos perdimos junto con la capacidad de asombro que aún conservan nuestras niñas y niños.

Hoy es el Día Mundial del Medio Ambiente… reciclemos plásticos, como es el llamado de acción en este 2025, y seamos felices conservando nuestro planeta.

* El autor es ingeniero ambiental por la Universidad Veracruzana y doctor en desarrollo sustentable.