Por Felipe Mendiola Parra
ECOS DE LAS ELECCIONES PASADAS
– Pueblo chico, infierno grande
– Dicen que no dormía, no más se le iba en puro tomar
En ese enorme recuento de daños que dejaron las elecciones pasadas, todavía siguen apareciendo historias, anécdotas y hasta “guachafitas”, dicen en el puerto de Veracruz, de esos personajes que se embriagaron de poder, jugaron con fuego y finalmente se quemaron.
La emoción de los grupos se vivió en grande en todos los municipios y desde que se supo quién sería el o la candidata a la presidencia municipal, a partir de ahí, se comenzaron a tejer esas historias que trascienden de boca en boca, agregando el sentimiento y la tendencia de quien hacía la narración.
Los diez elementos del primer círculo político, empezaron a hacer conjeturas de lo que podría pasar en caso de ganar, pero cuando algunos de los candidatos fueron elegidos por el partido en el poder, dieron por hecho que el triunfo lo tenían en la bolsa. Entonces dijeron que el circulo no podría hacerse más grande, porque todo tendría que ser muy discreto, pero en realidad disfrutaban decir “quedito”, como había llegado a ser nominado el vecino.
Dice el viejo refrán que “Pueblo chico, infierno grande” y en muchos municipios pequeños se insistía en manejar con muchas reservas, lo que realmente había sucedido en la nominación del candidato, pero buscaban al comunicador idóneo, para no contárselo a todos, sino solo a uno, que tuviera fama de ser el más enterado y que al mismo tiempo pudiera platicar las últimas de ese día.
“Te lo voy a decir… pero no digas que yo te lo dije”, era la frase de advertencia, sabiendo que en menos de lo que canta un gallo eso iba a trascender.
“Dicen que le costó 5 kilos, pero ya la hicimos”.
La frase iba acompañada de un gesto de prepotencia y orgullo, porque a partir de ahí parecía que ya nada necesitaban, solo sería cuestión de esperar la fecha de las elecciones para saber los resultados.
Mientras tanto, el candidato ya se estaba subiendo a un ladrillo para marearse y comenzar a despreciar a los verdaderos líderes de las colonias, los mercados, los maestros y a otros más como a los periodistas, que le solicitaban una entrevista y con un terrible desplante grosero, canalizaba al reportero con uno de sus ayudantes, para que este se diera el gusto de responder “no tengo ninguna instrucción y creo que le van a manejar la prensa desde Xalapa”.
DIGAN A LOS REPORTEROS QUE CONMIGO SE VAN A FREGAR
Trasciende que en un municipio que se localiza entre Xalapa y Veracruz, uno de esos soñadores dijo en voz alta, digan a los reporteros que conmigo se van a fregar, ni entrevista ni dinero, que se olviden porque ya cambiaron los tiempos.
Ese mismo personaje, cuando el día 2 de junio conoció el resultado de las votaciones y cuál era su triste realidad, le vino una depresión que lo hizo buscar la botella de licor y consumir una, otra y otra más, durante los siguientes cinco días, porque además del dolor de haber perdido, en su emoción de sentirse el próximo alcalde, contrajo muchas deudas que no sabe cómo las va a pagar.
“Dicen que por las noches nomás se le iba en puro llorar. Dicen que no dormía, nomás se le iba en puro tomar. Juran que el mismo cielo se estremecía al oír su llanto…” como dice la canción de Cucurrucucú Paloma.
Como esa debe haber muchas más historias y no se debe festejar ver a otra persona sufrir, pero si es necesario significarlo, porque esta es una verdadera lección que deberá ser tomada en cuenta por los políticos de todos los partidos, porque a veces se pierde y a veces se gana. El que se mete ya sabe a lo que le tira, pero elementalmente la humildad no la deben abandonar en ningún momento porque esa es la madurez que deben tener.
Más claro ni el agua.