22 de abril de 2025|Disruptivo
Por: Rafael A. Castillo Zugasti
El 15 de enero de 2017 marcó un hito significativo en la historia moderna. Por primera vez, un presidente chino, Xi Jinping, se dirigió a las élites empresariales del mundo en el Foro Económico Mundial de Davos. Este evento no solo fue extraordinario por su naturaleza, sino que también mostró cómo China, tradicionalmente escéptica del libre comercio, estaba tomando un rol protagónico en la defensa de este concepto. Xi Jinping demostró ser un líder astuto, aprovechando cada oportunidad para consolidar su influencia y dejar claro que China no solo aspira a ser un jugador en la escena global, sino que busca redefinirla.
El Ascenso de Xi Jinping
Desde su ascenso al poder en 2013, Xi Jinping ha guiado a China con una mezcla de pragmatismo y ambición. En marzo de 2018, sorprendió al mundo al anunciar su intención de modificar la constitución china, permitiéndole gobernar de manera indefinida. Este cambio lo convirtió en el primer líder desde Mao Zedong en acumular tal poder. La estrategia de Xi es clara: establecer un modelo de gobernanza que combine el control autoritario con el desarrollo económico, desafiando así las normas políticas tradicionales.
La Diplomacia de Xi y el Manejo del COVID-19
La respuesta de Xi Jinping al COVID-19 fue emblemática de su estilo de liderazgo. Al principio, el virus fue ocultado, y luego se adoptó una postura defensiva hasta que se pudo presentar una narrativa que destacara el éxito del modelo chino. La construcción rápida de hospitales y medidas drásticas de confinamiento fueron presentadas como logros. Sin embargo, la represión de la información y la censura de periodistas que intentaron informar sobre la situación en Wuhan son un recordatorio de la brutalidad del régimen.
El Sueño Chino
El “sueño chino” de Xi Jinping se presenta como una visión nacionalista de restauración y grandeza. La ambición de convertir a China en la principal potencia económica y militar para 2049, el centenario de la República Popular, es un objetivo claro. Este sueño se basa en la idea de que China debe recuperar su estatus histórico como un imperio y contrarrestar las humillaciones sufridas a manos de potencias occidentales en el pasado.
La Estrategia de Unificación
Xi Jinping ha desarrollado un ambicioso plan para la “gran reunificación” de China, que incluye la asimilación forzada de los uigures en Xinjiang, la supresión del movimiento democrático en Hong Kong y la reintegración de Taiwán. Este enfoque no solo busca la cohesión territorial, sino también la homogeneidad ideológica y étnica. En su visión, no hay lugar para la disidencia.
Un Sistema de Vigilancia Total
Bajo el liderazgo de Xi, China ha implementado un sistema de vigilancia masivo que monitorea cada aspecto de la vida cotidiana de sus ciudadanos. El sistema de crédito social, que evalúa el comportamiento de los ciudadanos y les otorga puntuaciones basadas en su lealtad al Partido Comunista, es un ejemplo aterrador de control social. Aquellos que se desvían de la línea del partido enfrentan severas consecuencias.
La Lucha Ideológica
La figura de Xi Jinping está profundamente entrelazada con la ideología del Partido Comunista Chino. Desde su juventud, ha sido un ferviente defensor del comunismo, y su ascenso al poder se ha construido sobre la eliminación de cualquier oposición. Esto se evidenció con la publicación del “documento número nueve”, que condenaba las ideas liberales y destacaba la necesidad de combatir las fuerzas extranjeras que amenazan la estabilidad del país.
La Diplomacia Internacional y la Ruta de la Seda
Xi Jinping ha utilizado su poder para expandir la influencia de China a nivel global a través de iniciativas como la nueva Ruta de la Seda. Este proyecto colosal busca establecer conexiones comerciales que fortalezcan la economía china y reduzcan la dependencia de las potencias occidentales. Sin embargo, también ha sido criticado por crear deudas insostenibles en países receptores, lo que les quita parte de su soberanía.
Las Consecuencias Globales del Ascenso Chino
La creciente influencia de China bajo Xi Jinping no solo afecta a Asia, sino que también tiene repercusiones en todo el mundo. Desde la militarización del Mar de China Meridional hasta las tensiones con Taiwán, el régimen de Xi está dispuesto a desafiar el orden mundial establecido. La comunidad internacional, especialmente Occidente, debe reconocer que el ascenso de China representa una amenaza significativa para los valores democráticos y los derechos humanos.
El Futuro de China y del Mundo
A medida que Xi Jinping avanza en su agenda, el futuro de China y su relación con el resto del mundo se vuelve más incierto. La combinación de un liderazgo fuerte y autoritario con una ambición desmedida plantea desafíos no solo para la comunidad internacional, sino también para la propia estabilidad interna de China. Las tensiones étnicas, la represión y la creciente vigilancia podrían llevar a una sociedad profundamente dividida y resentida.
Un Llamado a la Reflexión
La historia reciente de Xi Jinping es un recordatorio de que el poder absoluto conlleva una responsabilidad absoluta. La forma en que maneje las crisis internas y externas determinará no solo el futuro de China, sino también el equilibrio de poder global. En un mundo cada vez más interconectado, los desafíos que enfrenta Xi no pueden ser ignorados, y la comunidad internacional debe estar alerta.
El ascenso de Xi Jinping y su visión para China no es solo un fenómeno local; es una narrativa global que involucra a todos. La forma en que el mundo responda a esta nueva realidad definirá la dinámica de poder de las próximas décadas. Sin duda, la historia de Xi Jinping es una historia de poder, ambición y el futuro incierto de un mundo que enfrenta un cambio monumental.
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