Faltan 157 días para que las actuales autoridades municipales de Veracruz entreguen 212 veces el cargo y entren los nuevos presidentes municipales. elegidos -según- por la mayoría de los ciudadanos que acudieron -también según- a votar el primer domingo, que fue igualmente primero, de junio pasado.
En los 58 días que han pasado desde el día en que ganaron y con más ganas desde que el OPLE les entregó sus constancias de mayoría, los próximos munícipes han trabajado duramente -algunos- o se han dedicado a soñar -los otros- para conformar el proyecto de gobierno con el que intentarán ser, cada uno, el mejor alcalde de la historia de su pueblo o ciudad.
Una vez digerida la victoria y completados los días de la celebración, las personas alcaldesas (o como se diga según el supuesto lenguaje incluyente de ciertos grupos feministas que tienen tan buenas intenciones como ignorancia del lenguaje), las presidentas y los presidentes municipales electas y electos están entrado en la etapa en que la realidad se les presenta con su cuota de… de… de realidad ciertamente, y los baja a la tierra de los presupuestos exiguos y las necesidades brutales.
Llegarán con la novedad de que tienen que pagar laudos a trabajadores que fueron despedidos sin acatar la ley laboral; adeudos a proveedores que dieron crédito de buena fe y no ven la suya para cobrar; pendientes a contratistas que presentaron facturas por obras que tal vez no existen; atrasos a empleados a los que les quedaron a deber varias prestaciones, parte del aguinaldo incluido.
Y encontrarán asimismo que en los puestos que pretendían ocupar con los miembros de su equipo están personas de la administración saliente, que no quieren soltar la silla y el sueldo, o llegaron recomendados de otras instancias del partido o del Gobierno estatal o federal, y de los otros poderes, y de padrinos civiles con influencia en el municipio.
Las autoridades municipales que entrarán con el nuevo año tienen además que contener sus ansias y sus vanidades. Porque, usted no me lo va a creer, pero hay algunas y algunos que ya se sienten poderosos y se ven riquísimos gracias al presupuesto que van a ejercer por los próximos cuatro años. Éstos ya ven con cierto desdén a sus amigos de siempre, ya no saludan igual a sus familiares, ya empiezan a tratar un poco más mal a sus empleados y colaboradores.
Para los que apenas van a ejercer el poder municipal, la mesura, la lógica y la razón aconsejan que no se suban al ladrillo; que entiendan que el poder dura muy poco y se acaba cuando menos lo sientan; que el bien que hagan pocos lo recordarán, pero el mal que propicien no será olvidado nunca por los afectados.
En verdad que es difícil ser un buen presidente del pueblo, o fácil… nada más hay que trabajar mucho, con capacidad, con honestidad y con modestia.
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