25 junio, 2025

Salvador Muñoz

Los Políticos 

No es adivinación ni rumor barato: en el OPLE Veracruz ya empezó la limpia. Y como suele ocurrir en las dependencias donde el antivirus de las irregularidades ya se encendió, el primero en caer fue el eslabón más débil. Esta semana se dio de baja a Rafael González Ortiz, el hasta entonces responsable de Servicios Informáticos, tras la escandalosa caída del sistema en plena jornada electoral. Lo que antes se resolvía con un “reinicio” de computadora, ahora podría terminar con el reinicio de la presidencia del organismo.

Dicen que Marisol Delgadillo Morales, presidenta del OPLE, tiene los días contados. Las señales ya no son discretas: son gritos institucionales. El descalabro técnico que tiró la plataforma de resultados municipales no fue un simple parpadeo digital. Fue un blackout de confianza, de liderazgo, de oficio político… y, si nos ponemos jurídicos, hasta de legalidad. Porque si algo sobró en este proceso fueron preguntas sin respuesta, responsabilidades eludidas y silencios cada vez más ruidosos.

Marisol no está sola en este enredo: Mabel Aseret Hernández, consejera y mentora del ahora cesado informático; Amara Anaya García, directora de Adquisiciones, que más que una oficina parece un despacho de “inspiración duartista”, y un proveedor estrella que parece sacado del baúl de los contratos fantasmas del sexenio más negro que ha tenido Veracruz, aunque a estas alturas, Cuitláhuac puede pelear este título. Y aun así, desde la presidencia del OPLE se insiste en que todo está “bajo control”. ¿Cuál? ¿El control remoto desde algún despacho externo?

Lo preocupante no es sólo la caída del sistema, sino el intento desesperado de sostenerlo con alambres políticos. Las adjudicaciones directas, los contratos opacos y la resistencia a rendir cuentas evidencian que el OPLE ha sido secuestrado… y no precisamente por hackers. Si el órgano electoral que debería garantizar la certeza del voto actúa con más trucos que una campaña sucia, ¿qué se puede esperar del resultado final?

El Tribunal Electoral también está en el ojo del huracán por convalidar lo inconvalidable, y el proceso judicial se tambalea con el mismo ritmo con que se cayeron las computadoras del OPLE.

Marisol Delgadillo no necesita más tiempo. Lo que necesita es dignidad. Y si no se quiere ir por voluntad, que al menos no se sorprenda si la empujan. Porque si algo quedó claro tras la jornada del 2 de junio, es que la democracia veracruzana exige cuentas claras… y ya empezó a cobrarlas.

A TU SALUD

En Veracruz, cuando uno dice “Salud”, más de uno se persigna, otro se soba la cicatriz y varios miran al cielo esperando que la cita en el Seguro, no se quede esperando porque la única cita que fue a tiempo, fue la con calaca. Pero algo raro está pasando… y no, no es otra epidemia. Resulta que la gobernadora Rocío Nahle, sí, ésa que muchos pensaban que nomás veía para el sur, puso los ojos en uno de los dolores crónicos de este estado: el sector Salud.

Y como en los cuentos de hadas, donde el dragón se duerme y el reino respira, resulta que el fantasma de Jorge Sisniega, aquel que muchos quieren borrar del historial clínico del sistema, ya no es el tema de conversación en los pasillos del Sesver ni en las juntas de café de Gobierno del Estado. ¿Por qué? Pues porque llegó Valentín Herrera Alarcón con bata blanca, y parece que con bisturí en mano, está cortando de tajo el cáncer de la ineficiencia.

Claro, hay quien dice que esto es puro teatro, pero hasta el más incrédulo ha notado que el ambiente en los hospitales huele menos a desesperanza y más a desinfectante… o al menos ya funcionan los aires acondicionados. Un ligero cambio, sí… pero se ve, se siente. No olvidemos que en este país, un curita en la herida ya lo vemos como atención de primer nivel… sin llegar a Dinamarca.

Ahora, no todo ha sido vacunas y sonrisas. Hubo un susto: la reaparición del besucón Roberto Ramos Alor. Sí, como si Veracruz no tuviera suficiente con el dengue, las lluvias y las refinerías que no son refinerías, pero afortunadamente sólo fue una sombra pasajera. Lo que la gente quiere son medicinas, no discursos; médicos, no pachucos.

Y hablando de médicos, hay que decirlo: Valentín tiene más credenciales que muchos políticos tienen promesas rotas. Y si le sumamos el trabajo de Juan Javier Gómez Cazarín, que anda aplicando el “Salud Casa por Casa” como si fuera repartidor de botiquines, entonces sí, uno empieza a creer que la cosa va en serio.

Eso sí, no hay que perder de vista que aquí todo se mueve al ritmo del centro. Y si Claudia Sheinbaum se toma un paracetamol, en Veracruz ya están pidiendo la receta. Pero no se equivoquen: la buena relación entre la doctora presidenta y la ingeniera gobernadora puede ser justo lo que el paciente necesita.

La verdad, doña Rocío está demostrando que la bata blanca no es solo para la foto como otros que no se la quitan ni para ir al baño, y que cuando hay voluntad política, hasta los hospitales empiezan a respirar. ¿Milagro? No. ¿Esfuerzo? Bastante. ¿Grilla? Siempre.

Pero al menos ahora, en Veracruz, cuando se habla de Salud, ya no todos se persignan… algunos incluso, hasta sienten alivio.