La mayoría de los hogares sin presencia paterna son sostenidos por madres trabajadoras en condiciones de informalidad y sobrecarga no remunerada.
Luna Suástegui es madre soltera de dos niñas. Cuando nació la menor, de nombre Aitana, su entonces pareja ejercía violencia de género contra ella, por lo que decidió separarse. Su historia se suma a la realidad que enfrentan 4 millones 180 mil familias en México que viven sin la presencia del padre.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en el país existe una población de 44.9 millones de hombres mayores de 15 años, de los cuales 21.2 millones son padres de al menos un hijo o hija. De esta última cifra, 4 millones 180 mil —lo equivalente al 9.3%— corresponden a padres ausentes.
Un año después del nacimiento de Aitana, Luna se separó de su pareja debido a la violencia ejercida en su contra, lo que derivó en que ella asumiera por completo la responsabilidad económica y de cuidados del hogar. Así se convirtió en una de las siete de cada diez mujeres trabajadoras que sostienen su hogar.
De acuerdo con el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), estos 4 millones 180 mil hogares sin figura paterna son sostenidos por madres trabajadoras. De ellas, siete de cada diez buscan empleos más flexibles; sin embargo, estos suelen ser mal remunerados y carecen de prestaciones de ley, por lo que muchas optan por trabajar por cuenta propia o en la informalidad.
No obstante, el sustento económico no es la única carga que Luna asumió tras la separación. También es la única responsable de las tareas domésticas y del cuidado de sus hijas. Incluso cuando convivía con el padre de Aitana, era ella quien dedicaba más tiempo a estas actividades.
Según datos del IMCO, en promedio las mujeres dedican 40 horas a la semana al trabajo de cuidados y del hogar, mientras que los hombres dedican 15.9 horas. Esta diferencia equivale, en la práctica, a un segundo empleo no remunerado, sin horario definido ni reconocimiento institucional.
Tras la separación, el padre de Aitana accedió a aportar una cantidad mínima para su manutención: 500 pesos semanales. Sin embargo, con el tiempo dejó de darlos.
Según datos del INEGI sobre divorcios, en el 42% de los casos en los que se exige una pensión alimentaria, esta es concedida. Sin embargo, solo 2 de cada 10 mujeres consideran esa pensión como un ingreso confiable para sus hijos, debido a que rara vez cubre sus necesidades. Además, no todos los hombres obligados a pagarla la cumplen, razón por la cual existe el Registro de Deudores Alimentarios Morosos (REDAM).

Luna no pudo exigir una pensión alimentaria porque nunca presentó una denuncia formal contra el padre de Aitana, lo que también le impidió ingresarlo al REDAM. Esta situación permitió que él sustrajera a la niña sin enfrentar consecuencias legales. A dos años de lo ocurrido, Aitana sigue desaparecida y se mantiene activa una Alerta Amber.
El caso de Luna no solo ilustra lo que reflejan las cifras, sino que también muestra cómo los padres ausentes pueden afectar a las infancias, incluso utilizarlas como medio para dañar a las madres. A este tipo de agresión se le conoce como violencia vicaria.
La psicóloga Itzel Bazán, especialista en terapia familiar por la Universidad de Londres, explica que los efectos de la ausencia paterna en los hijos pueden ir desde una baja autoestima —provocada por la falta de validación y apoyo— hasta dificultades para establecer límites y vínculos afectivos sólidos con otras personas.
Además, señala que los hijos de padres ausentes que también fueron expuestos a violencia son propensos a desarrollar problemas de ira, lo que puede derivar en violencia física o psicológica hacia sus madres u otras personas.
“Son víctimas a quienes se les ha enseñado que la violencia es una forma de tratar con los demás mediante agresividad y manipulación”, puntualizó.
Deudores alimentarios: ¿cuántos hay?
Aunque no existe un registro exacto de la cantidad de deudores alimentarios en México, sí hay mecanismos legales para identificarlos y aplicar las consecuencias correspondientes. Uno de ellos es la Ley Sabina, impulsada en 2021 por la activista Diana Luz Vázquez, quien también propuso la creación del Registro Nacional de Obligaciones Alimentarias.
La Ley Sabina contempla una serie de reformas que permiten reunir los nombres de los hombres que incumplen el pago de pensión alimentaria, con el objetivo de restringirles la posibilidad de salir del país, tramitar documentos oficiales como licencias de conducir y pasaportes, comprar propiedades, ocupar cargos públicos o contraer matrimonio, caso en el cual debe activarse una alerta en el registro civil.
Esta ley generó controversia, pues varios hombres afectados denunciaron que se estaba vulnerando su derecho a la dignidad. No obstante, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) resolvió que, al no tratarse de una sanción absoluta ni permanente, su aplicación es proporcional al objetivo de desincentivar el incumplimiento de la obligación alimentaria.

En otras palabras, las sanciones establecidas por la ley se suspenden una vez que el deudor cumple con sus responsabilidades.
Aunque la ley fue publicada en el Diario Oficial de la Federación (DOF) en 2023, aún hay entidades que no han legislado para aplicarla. En otras, pese a su aprobación, todavía no existe un registro activo de deudores.
En el marco del Día del Padre, las cifras permiten observar que detrás de los 4.18 millones de padres ausentes hay millones de madres trabajadoras que sostienen sus hogares y asumen, en solitario, las responsabilidades derivadas de paternidades eludidas.
Fuente: https://animalpolitico.com/sociedad/ausencia-paterna-mexico-madres-trabajadoras