Esta mañana, una horda de vándalos agredieron la sede estatal de nuestro partido en Xalapa, con el único propósito de alimentar aún más el clima de violencia política que distingue al actual proceso electoral.
Esta vez no fue la delincuencia, sino la violencia institucionalizada. Han dejado las huellas digitales de su autoría con su propia imagen. Son las caras nuevas.
Por supuesto que ni la presidenta ni la gobernadora se cobijan en la clandestinidad. Lo hace voz discordante con su propio movimiento que de manera irreflexiva celebra levantar la mano izquierda ante los símbolos patrios y rechaza los homenajes.
El próximo 1 de junio, los electores veracruzanos tienen la gran oportunidad de hacer un recuento, un parangón objetivo, entre la administración de Fidel Herrera y la de Cuitláhuac García. Veracruz tiene memoria.
No queremos más violencia, tampoco queremos impunidad para quienes cometieron estos actos de primitivismo político. Ahí están sus rostros. El gobierno sabe quiénes son.
El enemigo del gobierno de Morena se anida en su propia madriguera.