Agencia Innova Digital.- El Caribe tiembla. El huracán “Melissa” ha marcado un antes y un después en la historia meteorológica de la región: con vientos sostenidos de 300 km/h, se convirtió este martes en el ciclón más potente en tocar tierra en los últimos 90 años, arrasando con todo a su paso y dejando una estela de muerte, destrucción y desesperación.
Jamaica fue el primer blanco de esta bestia atmosférica. La isla recibió el impacto directo de “Melissa” como un huracán categoría 5, el nivel más alto en la escala Saffir-Simpson. El saldo: tres muertos antes de su llegada, más de 15 mil personas refugiadas y medio millón de hogares sin electricidad. Las imágenes de techos arrancados, árboles caídos y calles convertidas en ríos han dado la vuelta al mundo.
Pero la furia de “Melissa” no se detuvo ahí. Este miércoles, la tormenta golpeó Cuba como huracán categoría 3, provocando inundaciones masivas y daños materiales aún incalculables. En Haití, la tragedia alcanzó niveles alarmantes: 23 personas han perdido la vida, 20 de ellas en las últimas horas. Panamá y República Dominicana también reportan víctimas fatales.
En total, la cifra de muertos asciende ya a 30, y se teme que aumente conforme se restablezcan las comunicaciones en las zonas más afectadas.
Según un análisis de datos de la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de EE.UU.), “Melissa” rivaliza con los huracanes más violentos jamás registrados. Solo tormentas como “Goni” en Filipinas (2020) o “Patricia” en México (2015) han mostrado vientos similares, aunque ninguno tocó tierra con la intensidad que lo hizo “Melissa”.
Este fenómeno es la quinta tormenta categoría 5 del año, superando incluso al temido tifón “Ragasa” que azotó Asia en septiembre. Para los científicos, no hay duda: el cambio climático está alimentando monstruos cada vez más destructivos. Y “Melissa” es su más reciente y brutal advertencia.
El Caribe aún no termina de contar sus muertos. Y el mundo, una vez más, asiste impotente al poder desatado de la naturaleza.