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Al director del CERESO de Tuxpan de Rodríguez Cano, Antonio Huesca Figueroa, lo asesinaron a balazos el pasado dieciocho de junio, cuando circulaba a bordo de su vehículo por las calles de la ciudad y puerto en el norte veracruzano.
Ayer, catorce de agosto -casi dos meses después del crimen de Huesca Figueroa, quien había sido amenazado-, resultó ultimado su colega, René Vergara Vergara, director del Penal “La Toma”, ubicado en Amatlán de Los Reyes, en la zona de las altas montañas de Veracruz.
Vergara Vergara también murió a causa de balazos cuando salía de su domicilio en la ciudad de Córdoba, para abordar una camioneta Van, de uso oficial, empleada para el traslado de reos.
Por el municipio de Amatlán de los Reyes cruza el ferrocarril que comunica a la ciudad y puerto de Veracruz con la ciudad de México, capital del país; Las Patronas, un grupo de extraordinarias mujeres amatlecas, durante años -con espíritu y corazón solidarios- han compartido comida y agua a migrantes que viajan a bordo de “La bestia”, como se denomina al tren.
Córdoba, la Ciudad de los 30 Caballeros, límita con Amatlán de los Reyes y Fortín, municipios con los que comparte la problemática de inseguridad, de raíces históricas y estructurales.
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Un dato histórico: en esta región operó Toribio “El Toro” Gargallo Peralta, alias Juan Zavaleta, nativo de la frontera entre Tezonapa, Veracruz y Acatlán de Pérez Figueroa, Oaxaca.
El nombre de Toribio Gargallo, y el referente a su banda, están vinculados a cientos de asesinatos y a fosas clandestinas.
Hay un punto clave respecto al “Toro” Gargallo: su historia particular como asesino se liga a hechos originales de autodefensa -década de los años setenta del siglo pasado-, a condiciones de sobrevivencia en una región violenta, sin ley, olvidada por instituciones oficiales; así como su evolución a matón bajo la orden de intereses políticos, tanto particulares como de Estado -décadas de los setenta y ochenta, hasta su muerte bajo una lluvia de balas oficiales en 1991-.
Este punto nos remite a un hilo conductor: la construcción, consolidación de daños estructurales severos, que se heredan durante generaciones en y desde el poder, al mismo tiempo de crearse -como ocurre en la actualidad- elementos de Estado fallido y de Estado paralelo.
Dicho de otro modo: frente al Estado Constitucional ha nacido su némesis: el Estado No Constitucional.
A Toribio Gargallo lo creó el Estado Constitucional y cuando ya no resultó útil o rebasó los límites impuestos, el Estado Constitucional lo eliminó.
Sin embargo, el cáncer institucional que dio vida a Gargallo Peralta, no desapareció; más bien creció, hizo metástasis y se convirtió en cáncer estructural.
Desde este cáncer estructural aparece el Estado No Constitucional y los nuevos Toribios Gargallo se han convertido en la hidra de las cabezas inmortales: el Estado Constitucional corta una cabeza pero el Estado No Constitucional genera dos cabezas y no sólo continúa fuera de control, sino que lo envenena todo: la economía, las instituciones públicas, a la sociedad sumida en confusiones políticas junto con su indiferencia como elemento –ingenuo- de sobrevivencia.
Va, a modo de paráfrasis de un clásico marxista: en México el Estado No Constitucional ha contaminado la Estructura y la Superestructura del Estado Constitucional.
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El asesinato de dos directores de CERESOS o penales en Veracruz, constituye un ejemplo de lo anterior: en el México y el Veracruz de hoy nadie tiene garantía de sobrevivir porque el Estado Constitucional ha perdido el monopolio de la violencia, que lo define, lo construye y lo obliga a cuidar de sus ciudadanos.
En esta dinámica se inscriben el motín del penal de Tuxpan con el saldo de nueve reos asesinados, así como la ejecución de un ex reo justo cuando salía del penal Zamora en San Andrés Tuxtla; ambos casos ocurridos recientemente.
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México acaba de entregar 26 reos de alta peligrosidad a Estados Unidos.
La tuta, El cuini y anexas fueron encarcelados por El Estado Constitucional, pero aún presos operaban para el Estado No Constitucional.
A ese grado llega el poder del cancer denominado crimen organizado en México; de ahí su envío al otro lado de la frontera.
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El resto de esta historia es un asunto de estadísticas, de circunstancias geográficas y de suerte: Campeche y Yucatán no aparecen en la recomendación de prevención del gobierno de Donald Trump para sus viajeros a México.
Mientras que las otras treinta entidades federativas sí, son enlistadas por la administración trompista con cuatro categorías que van desde la uno, o bajo riesgo, hasta la cuatro, o muy alto riesgo.
Veracruz se encuentra en el número dos que no es el menos peligroso pero tampoco el peor.
Colima, Guerrero, Michoacán, Sinaloa, Tamaulipas, Zacatecas, son categoría cuatro y el gobierno norteamericano recomienda no viajar a estos estados.
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Tendríamos que elaborar nuestro propio mapa de riesgos en el estado de Veracruz.
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En mi opinión: Xalapa entraría en la categoría uno: con elementos de violencia pero de riesgo bajo.
Veracruz, Boca de Río, Orizaba, son categoría uno, como destinos turísticos de bajo riesgo.
Aunque han tenido momentos de categoría dos: con elementos de violencia de mayor nivel al de Xalapa; lo cual no está ocurriendo en este momento.
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En el otro extremo tenemos a Santiago Xochiapa, Playa Vicente, San Juan Evangelista, Sayula de Aleman, Isla, Juan Rodríguez Clara, Texistepec, Poza Rica, Tuxpan, Coxquihui, Papantla, Álamo, Maltrata, Zongolica, Tezonapa, Omealca, Paso del Macho, Yanga, Cuitlahuac, Las Choapas, Nanchital de Lázaro Cardenas, Coatzacoalcos, San Andrés Tuxtla, Ciudad Lerdo, Vega de Alatorre, Martínez de la Torre, ubicados en la categoría cuatro, de alto riesgo.
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Acayucan, Hueyapan de Ocampo, Tlapacoyan, Cazones de Herrera, Tihuatlán, Coatzintla, Tierra Blanca, Chacaltianguis, Oluta, Soconusco, Jesús Carranza, Catemaco, Alvarado, Cosamaloapan, Tres Valles, Oteapan, Chinameca, Minatitlán, Cosoleacaque, Jáltipan, Córdoba, Amatlán de los Reyes, Ixtaczoquitlán, Ciudad Mendoza, Río Blanco, Cerro Azul, Gutiérrez Zamora, Cardel, Nautla, Actopan, Alto Lucero, Rafael Delgado, Tlacapoyan, son categoría tres: riesgo mediano con elementos de alto riesgo.
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Aclaro que mi opinión está basada en recuentos de hechos violentos como ataques y/o asesinatos individuales o colectivos, además de crímenes políticos, secuestros, entre otros delitos de alto impacto, durante lo que va del año 2025.
Este texto apenas puede referirse como artículo de opinión; no se trata de un Ensayo académico; por lo tanto es perfectamente corregible y está sujeto a información más detallada de testigos, víctimas y lectores.
Añado otra perspectiva personal: la realidad varía día con día, de modo que el sur de Veracruz puede presentar elementos de gravedad durante un día, una semana o un mes y luego vivir condiciones de relativa calma; lo mismo puede suceder -y sucede- en el centro o norte.
Hay más: no abarco todos los municipios de la huasteca alta o baja porque no cuento con información de esas áreas que incluyen docenas de municipios y enfrentan sus particulares problemáticas. Tenemos, siempre según mi particular punto de vista, municipios en las categorías dos y tres que no incluyo por razones de espacio.