Agencia Innova Digital.-México vive una alarmante realidad: mientras el Gobierno presume avances en seguridad, los cárteles siguen disputándose el control del país. Hoy, los reflectores apuntan a Nemesio Oseguera Cervantes, alias El Mencho, señalado por la DEA como el narcotraficante más poderoso del mundo, quien ha desplazado al mítico Cártel de Sinaloa y se consolida como el nuevo “Rey de la Droga”.

El CJNG ha crecido bajo una estructura vertical, firme y violenta, mientras el Cártel de Sinaloa se desmorona entre facciones, capturas y traiciones internas. La caída de Joaquín El Chapo Guzmán en 2016, la detención de Rafael Caro Quintero y el debilitamiento económico de los Zambada han marcado la lenta agonía del otrora cártel más poderoso del planeta.

Por el contrario, El Mencho ha sabido aprovechar cada vacío, expandiendo su red de violencia y narcotráfico a nivel global. Hoy, de acuerdo con la DEA, su organización no solo domina la producción y tráfico de cocaína y metanfetaminas, sino que aprovecha la crisis interna de sus rivales para extender sus tentáculos a Estados Unidos y Europa.

⚠️ Una amenaza que el Estado no logra contener
La supuesta “guerra contra el narco” parece haberse convertido en una guerra perdida. A pesar de operativos y capturas, el poder criminal no solo no disminuye, sino que se transforma y crece con nuevas alianzas, más armas y más territorios bajo su control.

El CJNG ya no es solo el enemigo número uno del Cártel de Sinaloa, sino también del propio Estado mexicano, que observa cómo los criminales consolidan ejércitos paralelos, compran voluntades políticas y mantienen a miles de comunidades bajo el terror.

🔴 Un llamado urgente
El ascenso de El Mencho no es una victoria criminal aislada, es el síntoma de un país donde la impunidad, la corrupción y la falta de estrategia gubernamental han permitido que los capos marquen la agenda de la violencia.

El Gobierno asegura estar “avanzando en pacificación”, pero los hechos muestran otra cara: México sigue siendo rehén del crimen organizado. Mientras no haya una política firme, coordinada y real contra el narco, el futuro seguirá manchado de sangre y el poder de los cárteles seguirá creciendo.