La Universidad Veracruzana pasa por uno de los momentos más delicados de su historia. Dentro de diez días, de la manera más ilegal y absurda, el actual Rector, Martín Aguilar, asumirá la Rectoría por un segundo periodo de cuatro años de una manera que no contempla la legislación universitaria, con lo que se convertirá en una autoridad espuria.

A partir del 1º de septiembre, los documentos que firme el Rector podrán ser declarados no válidos por alguna autoridad judicial si alguna persona física o moral interpone una demanda en caso de que tenga una controversia con la casa de estudios.

Para un buen litigante será pan comido demostrarle a un juez que el Rector no cumplió con los requisitos que exige la ley para que fuera designado, pues no hubo una convocatoria ni la Junta de Gobierno realizó una auscultación entre la comunidad universitaria ni examinó las propuestas de otros universitarios que sí cumplían todos los requisitos, lo que no sucede con Martín Aguilar, pues rebasa los 65 años que se marcan como límite si se quiere acceder al puesto de Rector.

Eso en lo legal, pero en lo ético también hay muchas insuficiencias y mentiras que han lesionado seriamente el prestigio de la UV; un prestigio que se fue ganando con el correr de los años y las décadas, y con el esfuerzo de muchos funcionarios y académicos que dejaron sus vidas y sus mentes en el trabajo de educar a las nuevas generaciones de veracruzanos y hacerlo con calidad y con esmero.

Entre las mentiras está el discurso reiterado de Martín Aguilar y de sus incondicionales de que ha sido un Rector magnífico, que ha llevado a la Universidad a los más altos sitiales y la ha colocado entre las mejores del país.

Nada más falso, como lo revelan los indicadores de cobertura y de calidad, que han ido a la baja en los últimos cuatro años y tienen sumida a la institución en una caída libre hacia el precipicio de la ineficiencia.

Entre las faltas a la ética, persiste el silencio de la Rectoría ante el caso hecho público del plagio de uno de sus colaboradores cercanos, Omar Valdés Benítez, quien publicó como suyo un texto de David Foster Wallace y lo insertó como prólogo en un libro de la Editorial UV, que además fue imprimido en una segunda edición.

La ambición desmedida de seguir gozando del poder y el presupuesto parece que ha convertido a la UV en cuna de un grupo que no suelta las riendas y está pasando por encima de las leyes y de la razón.

Días difíciles esperan a nuestra alma mater y una gran lucha que encabezarán los miles de universitarios que quieren a la UV con todo el corazón, y que no se detendrán hasta que no vuelvan a ella la cordura y la legalidad.

Como bien dice el exrector Raúl Arias Lovillo: “No se vayan con la finta de que somos pocos”.

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