Hablar a la Presidencia
Por Sergio González Levet
Yo entiendo que hablar personalmente por teléfono con la Presidenta de la República es un asunto muy complicado para cualquier ciudadano común… complicado, y más bien prácticamente imposible. Es explicable, porque se ve estrambótico que la doctora Claudia Sheinbaum tuviera un número de celular en el que contestara directamente los llamados que le hiciera cualquiera de los 133 millones 370 habitantes que tiene actualmente el país, en números redondos (no es posible cuantificar exactamente la cifra porque, por ejemplo, en los minutos en que usted lee esto, seguramente ya falleció algún compatriota, víctima de la violencia asesina del narco, y nacieron, según las estadísticas, un nuevo mexicano y tres décimas de otro).
Pero como el actual Gobierno es por propia definición el Gobierno del Pueblo, entonces sus autoridades, desde la restirada cabeza de la Presidenta hasta todos sus colaboradores, están pendientes y muy ocupados con lo que digan todos y cada uno de los ciudadanos, y afirman que están pendientes de sus opiniones/órdenes, que son para ellos la voz de Dios.
¿Cómo resolver ese dilema de atender a más de cien millones de bocas que tienen lengua para decir sus verdades y miseria tal como para pedir por sus necesidades extremas?
Una de las soluciones que propusieron los genios inenarrables que trabajan como asesores de la Presidencia de la República fue poner a la disposición de la ciudadanía un número telefónico para que ahí se pueda comunicar -si no con la Presidenta cuando menos con la oficina de la Presidencia- cualquier mexicano que tenga un conflicto, una duda, una petición y hasta una queja.
El número es gratuito para llamar, está muy publicitado y es el “800 080 1127… Recuérdelo bien: 800 080 1127… Anótelo por favor para que nos llame: 800 080 1127”.
Todo listo. Usted marca ahí y de acuerdo con la publicidad gubernamental de la Cuarta transformación algún honesto y denodado servidor público, parte del pueblo como usted, le responderá, le atenderá amablemente y dará respuesta a todo lo que usted quiera o se le ocurra, siempre y cuando se maneje dentro de los límites de la decencia y el bienestar.
Lo hice. Tomé el teléfono, marqué el 800 080 1127, y la llamada entró de inmediato, lo que fue una muy buena señal. “Está usted hablando al centro de atención ciudadana de la Oficina de la Presidencia de la República. Su opinión y comentarios son esenciales para la construcción de una democracia de resultados. Este espacio es un canal abierto para que establezcas contacto con las dependencias, entidades y unidades administrativas del Gobierno de la República a través de la persona titular del Ejecutivo Federal de los Estados Unidos Mexicanos y así podamos atender sus planteamientos, Para continuar, por favor presiona cualquier número de su teclado telefónico”.
Hasta ahí todo iba bien (muy bien, menos la sintaxis lastimosa del mensaje de voz. ¿No hay en el universo un chairo que sepa algo de gramática?), pero después de apretar cualquier número empieza a sonar un pitido de llamada a una extensión, y suena y suena y suena… siete minutos después, la llamada se corta. Lo intenté dos veces más, en la primera sonó hasta 15 minutos y en la segunda me colgó a los cuatro minutos.
La cosa es que nunca puede nadie comunicarse al tal teléfono de atención a la ciudadanía… pero cómo lo presume la Presidenta.
sglevet@gmail.com
https://www.facebook.com/share/1B1BGV3PNU/?mibextid=wwXIfr