Suman nueve ataques a salones de fiesta desde que inició la guerra interna del Cártel de Sinaloa en septiembre pasado
Cuando Daniela ingresó a la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), hace cinco años, soñó con una gran fiesta de graduación rodeada de toda su familia, amigos y compañeros de generación, pero sólo tendrá una pequeña reunión con sus padres, su novio y uno que otro amigo cercano. La causa, la violencia que impera en el estado y que este año dejará sin festejo a miles de estudiantes que concluyen sus estudios en los próximos meses.
Francisco Dorante, quien en junio termina la carrera de medicina en la misma universidad que Diana, tampoco espera una gran celebración, a pesar de que desde el año pasado fue pagando el salón donde se llevaría a cabo la fiesta. Ambos, platicaron vía telefónica con El Sol de México, y manifestaron “mucha impotencia” por no poder celebrar sus logros académicos, aunque aseguraron que “primero es la vida”.
“Ni siquiera una carnita asada, que es muy común por acá cuando concluyen los ciclos escolares, hay miedo, mucho miedo de que lleguen y así nomás echen bala, mejor algo muy tranquilo con la familia y alguno que otro amigo cercano, pero si se siente feo tanto esfuerzo para que no lo puedas festejar cómo quisieras”, compartió Diana.
“No están las cosas como para festejar en grande, algo discreto y ya porque uno nunca sabe cuando puedan desatarse los balazos, a nosotros nos cancelaron la fiesta apenas hace unas semanas por miedo a que algo pueda pasar, todos podemos ser blanco del crimen organizado; así que sólo la foto grupal y el anillo como recuerdo de nuestra graduación”, afirma por su parte Francisco.
De acuerdo con datos de la Fiscalía del estado, el año pasado se abrieron nueve carpetas de investigación por ataques a salones de fiestas por parte del crimen organizado en medio de la disputa por el territorio, que se desató tras la captura de Ismael, “El Mayo” Zambada en Texas. Este año ya son cuatro las carpetas iniciadas. En el último ataque, registrado el 5 de mayo pasado, un comando disparó en repetidas ocasiones con armas largas contra el salón de fiestas Los Pinos, ubicado en la colonia Revolución, al sur de Culiacán. Apenas unas horas antes, otro ataque dejó como saldo una mujer y un hombre muertos durante una fiesta familiar.
Pero no sólo los salones de eventos sociales han resultado afectados por la violencia que impera en Culiacán, donde muchas tiendas de ropa, incluyendo aquellas que venden vestidos de graduación, han cerrado por la creciente inseguridad y violencia en la ciudad.
Este diario contactó a Carmen Mejía, quien mantiene una pequeña tienda de vestidos para fiestas en el centro de Culiacán y aseguró que las ventas le han caído más del 50 por ciento. “Para estos días otros años ya teníamos muchos pedidos de vestidos de graduación, pero este año, en particular, no hay nada de ventas, podría asegurar que tenemos menos de la mitad de pedidos que en años anteriores”, dijo.
Mejía advirtió que de continuar la situación así, pensaría en sumarse a los cientos de tiendas y negocios que han tenido que cerrar por la violencia. “Hemos subsistido porque la tienda es una herencia de mis padres y no pago renta, pero de las quince costureras que llegamos a tener, solo podemos mantener a seis, esperábamos la temporada de graduaciones para ver qué pasaba, pero pinta para el cierre”, afirmó.
De acuerdo con la Cámara de Comercio de Culiacán, al 1 de mayo cerraron un total de 576 establecimientos comerciales, incluidas tiendas con más de 25 años de tradición como Contempo Girl. Tiendas como Maja Ropa, Pavi y Ever Boutique son algunas otras que, de acuerdo con la Fiscalía del estado, han tenido que cerrar tras haber sido blanco de ataques armados.
“Los grupos armados han demostrado su fuerza en todo el estado, lo que ha hecho que la gente normalice renunciar a eventos sociales, normalizan una vida en medio de violencia, no salen al cine, no hacen fiestas de graduación, en fin, dejan de socializar”, afirma el sociólogo Juan Carlos León.
En entrevista, el experto en seguridad consideró que en especial, la violencia en Sinaloa, donde ya se habla incluso de una panviolencia (en referencia a una pandemia de violencia) ha dejado ya una huella en la vida de sus ciudadanos que no se borrará en el corto plazo. “No salen de sus casas, la suspensión de clases, las balaceras constantes, las imágenes de los niños resguardándose de los ataques son cosas que no se borran fácil de la memoria, sin duda la de Sinaloa es una población marcada por años de violencia”, concluyó.