El nuevo impuesto anunciado en el paquete económico para el próximo ejercicio fiscal 2026, a las importaciones, especialmente a vehículos de China y Corea, es una medida proteccionista con implicaciones de gran alcance para el mercado mexicano. Su impacto será mixto, con ganadores y perdedores claros.

El impacto en la Industria Automotriz (el sector más afectado) para las marcas Chinas y Coreanas (Hyundai, Kia, BYD, MG, Chirey, Geely, etc.) se traducirá en un incremento directo de costos: El arancel del 25% o 50% (dependiendo del origen) se trasladará directamente al precio de venta al público. Un auto que costaba $300,000 MXN podría aumentar entre $75,000 y $150,000 MXN. Lo cual se traduce en pérdida de competitividad: Su principal ventaja en el mercado mexicano ha sido la relación calidad-precio. Este impuesto erosiona significativamente esa ventaja, haciendo que sus productos sean menos atractivos frente a competidores establecidos.

Posible desaceleración o reevaluación de inversiones: Las marcas que planeaban expandir su presencia en México (con más concesionarios, marketing, etc.) podrían frenar sus planes. Algunas incluso podrían considerar posponer o cancelar proyectos de plantas de manufactura en el país si sus ventas se desploman.

En cambio para las marcas establecidas en México (General Motors, Ford, Stellantis, Nissan, Volkswagen, Toyota, etc.) será un beneficio competitivo: Son los grandes ganadores a corto plazo. Sus productos, fabricados localmente (en su mayoría), se volverán relativamente más baratos en comparación con los importados de Asia. Potencial aumento de cuota de mercado: Es probable que capturen a los clientes que ya no puedan permitirse un auto Chino o Coreano o que prefieran optar por una marca con mayor historial en el país. Presión para no aumentar precios: Aunque tienen menos competencia, el mercado sigue siendo sensible al precio. Es posible que se contengan subidas de precios para capitalizar al máximo la situación.

Para los consumidores habrá menores opciones y precios más altos: El consumidor final es el gran perdedor en términos de oferta y precio. Se reduce la diversidad de opciones en el mercado, especialmente en segmentos donde los asiáticos eran muy fuertes (como los SUV compactos y los eléctricos/eléctricos híbridos).

Freno a la electrificación, China es líder mundial en vehículos eléctricos de bajo costo. Este impuesto frena significativamente la adopción de tecnologías más limpias al encarecer las opciones más accesibles, retrasando la transición energética del parque vehicular mexicano.

Para la inversión y empleo a largo plazo significará un incentivo a fabricar localmente (“Nearshoring”): Este es el objetivo principal del gobierno. La medida es un fuerte incentivo para que las marcas Chinas y Coreanas aceleren planes de fabricación en México, lo que generaría inversión y empleos locales. Hyundai ya tiene una planta en construcción en Nuevo León, lo que la protegería de este impuesto.

Riesgo de represalias, existe la posibilidad de que China o Corea del Sur implementen medidas recíprocas contra exportaciones mexicanas, aunque este riesgo es moderado debido a los tratados comerciales que México tiene con otros bloques (como el T-MEC).

Existe un probable impacto en otros sectores (Acero, Aluminio, Bambú, etc.) Industria nacional protegida: Los productores mexicanos de acero y aluminio se beneficiarán de una menor competencia extranjera, lo que podría permitirles aumentar sus precios y producción.

Mayores costos para industrias transformadoras: Las empresas mexicanas que utilizan acero, aluminio u otros productos importados como insumos para fabricar otros bienes (desde autopartes hasta muebles) verán aumentar sus costos de producción. Esto podría hacerlos menos competitivos a su vez, tanto en el mercado local como de exportación.

Impacto macroeconómico e inflacionario presión inflacionaria: El aumento en el precio de los autos y de los insumos industriales (acero, aluminio) contribuirá a mantener alta la inflación general en México. El transporte es un componente clave del índice de precios al consumidor.

Posible reducción en las importaciones: Al encarecer los productos importados, el gobierno busca reducir el déficit comercial con estos países y fortalecer la balanza comercial de México.

Relación con socios comerciales: La medida refuerza la alineación de México con los intereses comerciales de Estados Unidos, que también ha impuesto fuertes aranceles a los autos y acero chinos. Es una forma de proteger la integración del T-MEC.

Los ganadores ante esta medida serán las ensambladoras de autos establecidas en México (General Motors, Ford, VW,Nissan, etc.) para los consumidores se traduce en (menos opciones, precios más altos), así como productores nacionales de acero y aluminio marcas automotrices chinas y coreanas (ventas más bajas). Se potencia el empleo en la industria automotriz local (potencialmente) Industrias que usan insumos importados (mayores costos de producción). El Gobierno potencia aumento de recaudación por ISAN y otros impuestos, así como una transición a vehículos eléctricos se encarecen las opciones accesibles.

En síntesis el impuesto es un arma de doble filo. A corto plazo, protege la industria nacional y las inversiones existentes, pero castiga al consumidor con precios más altos y frena la innovación. A largo plazo, su éxito dependerá de su capacidad para forzar a las empresas extranjeras a invertir y producir localmente, transformando una medida proteccionista en un imán para la inversión y la generación de empleo, sin descuidar las posibles repercusiones inflacionarias y comerciales.

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Maestro en comunicación por la Universidad Iberoamericana, de la cual fue integrante del cuerpo académico de la Licenciatura en comunicación, así como de la Universidad Anáhuac, campús norte CDMX.