Agencia Innova Digital.-Este 19 de septiembre, la Iglesia Católica conmemora a San Genaro, un obispo que prefirió morir decapitado antes que renunciar a su fe. Su historia, marcada por la firmeza de sus creencias, es venerada desde hace siglos. Su sangre, según la tradición, aún se licúa como un símbolo de fe viva.
Pero más allá del milagro, este día nos deja una enseñanza urgente: la libertad religiosa no es solo un derecho, es una responsabilidad colectiva.
En un país como México, donde coexisten católicos, evangélicos, musulmanes, judíos, ateos, espiritualistas y más, el verdadero acto de fe no está en convencer al otro… sino en respetarlo. Porque ninguna creencia es más válida que otra, y cada religión —o la ausencia de ella— merece el mismo espacio, sin burlas, sin violencia, sin prejuicios. Hoy se celebra un santo, sí. Pero celebremos también la posibilidad de creer diferente, de convivir sin imponer, y de construir un México donde todas las voces espirituales puedan ser escuchadas con respeto.