Insignia de “Pueblo Mágico” preocupa más que el bienestar social, reclaman ■ Autoridades suelen decomisar mercancía, desalojar e imponer multas sin justificación
14 mayo, 2025
Por: Juan José Enríquez
Orizaba, Ver.- La ciudad de Orizaba, promocionada como un destino turístico modelo, presume de orden, limpieza y amabilidad bajo el eslogan “Orizaba sonríe”, sin embargo, detrás de esa sonrisa institucional se oculta una realidad poco amable para quienes intentan subsistir desde la informalidad.
La reciente difusión de un video en redes sociales puso en evidencia el trato que reciben los comerciantes informales por parte de las autoridades municipales, exhibiendo una cara mucho menos turística de esta ciudad veracruzana.
En las imágenes que se difundieron, se aprecia a un supervisor de Comercio del ayuntamiento orizabeño cuando hostiga a un adulto mayor con dificultades para hablar, quien intentaba vender productos en una parada de autobuses céntrica.
El tono del empleado municipal es directo, agresivo y carente de toda empatía: “¿Quieres que uno apriete más para que ya no te pares aquí? Ya te decomisamos la mercancía una vez y va a volver a pasar. No nos andes buscando, brother, por favor”.
La escena, lejos de ser una excepción, reveló una práctica sistemática de exclusión en el Pueblo Mágico.
La indignación ciudadana no tardó en manifestarse. Cientos de comentarios condenaron la actitud del funcionario y la postura del gobierno local, que parece más preocupado por mantener una estética urbana para el turismo que por garantizar derechos básicos a quienes viven en condiciones precarias.
La violencia institucional disfrazada de reglamento ha encontrado en la informalidad un enemigo fácil, sin tomar en cuenta que muchas veces es la única opción para quienes no encuentran cabida en la economía formal.
Diversas denuncias han señalado operativos donde inspectores decomisan mercancía, imponen multas sin justificación y ejercen presión para desalojar espacios públicos.
La lógica es clara: mantener la imagen pulcra del “Pueblo Mágico” a cualquier costo, incluso si eso implica criminalizar el derecho al trabajo. Las políticas de “orden” se convierten, entonces, en estrategias de exclusión social.
Los vendedores ambulantes no son una amenaza al orden, sino un reflejo de la realidad económica del país.