Tanto Clara Brugada como la familia de su “Asesor” asesinado conforman desde hace décadas, uno de los más activos carteles de invasores de predios y de zonas de conservación ecológica en la Sierra de Santa Catarina, Iztapalapa, en Xochimilco, en Tláhuac, Tlalpan y en Álvaro Obregón.
Hicieron de la invasión, el despojo y la “vivienda popular” un lucrativo negocio político y económico.
Grupos de parásitos y delincuentes como la UPREZ de Brugada y la familia Muñoz Vega son el cáncer sociopolítico que se extendió y corroyó el oriente y el sur del DF y se convirtieron en pilares del poderío electoral del PRD y que luego migraron a MORENA.
Clara Brugada y su equipo deberían estar en la cárcel, no en la Jefatura de Gobierno.