Colegio privado tolera exclusión del menor y constantes maltratos, fustiga madre; pide ayuda a SEV

31 mayo, 2025

Por: Tulio Moreno Reyes

Ante una situación que calificó de grave y como “sostenida violencia escolar” por parte de una docente del Colegio Privado Nuestro Mundo, de Xalapa, Ariana Barrientos Márquez, madre del menor de 10 años inscrito en el cuarto grado de primaria, hace un llamado solicitando la intervención urgente de la gobernadora, Rocío Nahle García, y la secretaria de Educación, Claudia Tello Espinosa, puesto que el plantel ha sido reiteradamente omiso en perjuicio del alumno.

De acuerdo con el testimonio de Barrientos Márquez, desde octubre del año pasado, su hijo —de identidad resguardada— ha sido víctima de exclusiones, humillaciones, castigos desproporcionados y amenazas por parte de la profesora titular del grupo. A pesar de múltiples quejas formales y reuniones con la directora del plantel, Olympia Rosas Velasco, las agresiones no sólo han continuado, sino que se han intensificado, según denuncia.

“La profesora comenzó a excluir a mi hijo desde que supo que era un niño neurodivergente. Lo dejó fuera de actividades culturales y lo ha expuesto a maltratos constantes. Aun sabiendo su condición, la directora permitió que lo interrogaran sin acompañamiento psicológico, en presencia de su agresora, lo que lo hizo colapsar en llanto”, relata la madre.

Este tipo de situaciones que atentan contra el bienestar del menor se han suscitado a pesar de la disposición de sus padres para acompañar su formación y de que la neurodivergencia es totalmente del conocimiento de la directiva de Nuestro Mundo. 

La animosidad de la maestra señalada de abusos y maltrato, de nombre Evelia Rivera Landa, se hizo patente desde el primer día de cursos, cuando mandó el primero de una serie interminable de recados a casa reprochando un supuesto mal comportamiento, además de que el menor comenzó a volver cabizbajo y triste debido a los constantes regaños y castigos que se le imponen, lo cual no sucedió en años anteriores, asegura Ariana Barrientos, quien indignada añade que en septiembre del año pasado, es decir, a solo un mes de clases y no obstante haberse reunido en varias ocasiones con la profesora en busca de un canal de comunicación, ésta les comunicó que —unilateralmente— había excluido al menor de una salida cultural a Puebla, arguyendo que “le iba a requerir demasiada atención”.

Uno de los hechos más alarmantes ocurrió en marzo, cuando la señora Evelia mandó al niño a recoger un balón que se salió de la cerca del plantel, lo que resultó en una lesión causada por un animal, una picadura. Barrientos señaló que esto constituye una grave omisión de cuidado por parte del colegio al exponerlo fuera del perímetro escolar. A esto se suma otro incidente, cuando el niño accidentalmente tiró un termo de agua de la maestra durante el receso, y ésta envió un recado con un tono condescendiente, exigiendo implícitamente a sus padres que le repusieran uno de cierta marca de importación, lo cual la señora Ariana reclama como una acción abusiva y humillante.

Tras un oficio presentado el 12 de marzo, la dirección escolar respondió separando temporalmente a la maestra como medida administrativa. Sin embargo, un día después, la docente fue reincorporada al grupo y la escuela no ha dado una respuesta puntual al caso en más de dos meses.

Los hechos llegaron a un punto crítico el pasado 20 de mayo, cuando el niño, en medio del llanto, acudió a la dirección a pedir ayuda. Lejos de brindarle apoyo, fue sometido a un interrogatorio por parte de tres adultas: la directora, la coordinadora de primaria y la propia maestra señalada como agresora. “Lo revictimizaron, lo hicieron firmar una minuta sin la presencia de sus padres. Es inaceptable”, afirma Barrientos. 

Cabe mencionar que no solo en el marco de la Convención de los Derechos del Niño hacer a un menor responsable de una constancia de hechos sin la presencia de sus tutores legales en una escuela, considerándose que lo hizo bajo presión, constituye un tipo de violencia institucional y una violación a sus derechos; sino que también supone medidas disciplinarias por parte del Estado tanto en la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes como en su equivalente estatal. Ello, solo en este incidente en particular.

La madre destaca que esta profesora tuvo antecedentes de comportamientos similares en el Colegio Enrique Laubscher, donde, tras la inconformidad de los padres, la institución actuó con rapidez. En contraste, el Colegio Nuestro Mundo ha protegido a la maestra, “dejando de lado el interés superior del menor”.

El caso del hijo de Ariana Barrientos, alumno de cuarto de primaria, pone el foco en la urgencia de fortalecer los protocolos de atención a la niñez en las aulas, garantizar el respeto a la neurodivergencia y, sobre todo, proteger a los menores de la violencia ejercida desde las propias autoridades escolares.

Ante las circunstancias y la falta de acción por parte del plantel, así como de la supervisión escolar local y las autoridades educativas de nivel básico, Barrientos Márquez ha decidido alzar la voz públicamente y exige la intervención directa de la gobernadora Rocío Nahle o, en su defecto, de la secretaria Claudia Tello Espinosa.

“Mi hijo necesita protección, no más hostilidad. Ya no podemos seguir esperando. Esto no puede seguir ocurriendo en una institución educativa que se dice formadora de valores y de pedagogía constructivista”, concluye la madre visiblemente consternada.