Por: José Luis Pérez Cruz
Crónicas del Poder
¿Los derechos de la mujer por encima de un niño?
La justicia familiar y el uso político del género: un caso urgente para repensar
2025-04-30 | 05:57 a.m.
- Una fotografía por WhatsApp, sin medir daños
- Un pasaporte negado y sueños frenados
En la primera parte de este texto se escribió que la historia de Alejandro “N” y su hijo
E.D.C. no es simplemente un conflicto familiar privado; es el reflejo de un sistema
judicial que, bajo la bandera de la protección de los derechos de la mujer, ha dejado en el abandono el interés superior del menor.
Esta historia, cargada de omisiones y parcialidades institucionales, obliga a preguntarse si en Veracruz la justicia familiar está verdaderamente enfocada en proteger a los niños o si solo sirve a intereses políticos y de género.
Uno de los episodios que más indignación provocó a Alejandro “N” —según relata— fue el ocurrido el 12 de marzo de 2024.
Ese día recibió una fotografía por WhatsApp en la que su hijo aparecía vestido con una peluca de mujer, caracterizado como su madre, participando en una actividad escolar.
Según Alejandro “N”, los niños debían representar la profesión del padre, y las niñas la de la madre. Su hijo fue el único niño caracterizado como madre. Para él, aquello fue un acto de manipulación emocional, una exposición innecesaria del menor a dinámicas impropias para su edad. Este asunto lo comentaron los abogados del padre frente a la prensa en días pasado.
La respuesta institucional ante lo que considera una forma de maltrato infantil fue, nuevamente, la omisión.
El 17 de mayo de 2024 presentó una denuncia ante la Fiscalía Cuarta Especializada, con sede en Coatzacoalcos, a cargo de la fiscal Carolina Posadas Cruz.
Esta se negó a recibir la denuncia —según relata— por instrucciones de Roberta Ayala, funcionaria de la FGE. Solo con el acompañamiento de la Comisión de Derechos Humanos logró que se integrara la carpeta F4/324/2024, la cual, a la fecha, permanece inactiva.
Según Alejandro “N”, este hecho, que para algunos podría parecer anecdótico, tiene una gravedad profunda: el uso del niño como objeto simbólico en la disputa entre adultos, afectando su identidad y estabilidad emocional.
La escuela de prestigio en la ciudad de Coatzacoalcos se excusó asegurando que el hecho no ocurrió dentro de sus instalaciones, sino fuera de ellas.
NIEGAN DERECHO A CONOCER LA NIEVE Y PERFILES PSICOLÓGICOS
La historia sigue, dice Alejandro “N”. No menos grave es la situación del pasaporte canadiense del menor.
A pesar de haber firmado un convenio de convivencia en 2023 (dentro del expediente 5978/2021-IX del Juzgado Octavo Familiar, a cargo del juez Daniel Ruiz Guerrero), Maquis “N” retuvo el documento, negándole al niño su derecho de viajar con su padre. Incluso, ella misma solicitó que se girara un oficio a la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) para impedir que Alejandro “N” tramitara un nuevo pasaporte para su hijo.
El juez Ruiz Guerrero, lejos de velar por el bienestar del menor, obedeció la solicitud.
Alejandro “N” relata que su hijo, en más de dos ocasiones, ha pedido personalmente a su madre que le entregue su pasaporte para poder viajar a conocer la nieve, sueño que aún permanece incumplido.
Este nivel de manipulación y control sobre los deseos del menor, bajo el amparo de un sistema judicial ciego, evidencia un maltrato emocional que las autoridades han preferido ignorar.
El análisis de los dictámenes psicológicos de los padres, que presenta Alejandro “N”, incluidos en la carpeta UIPJ-DXXI/1002/2021/F3ESP, también arroja luces.
Mientras que a Alejandro “N” se le diagnosticó como una persona sin rasgos de agresividad ni misoginia, el perfil de Maquis “N” presenta características preocupantes: impulsividad, narcisismo, agresión, dependencia, ansiedad y defensas psicológicas inadecuadas.
Pese a ello, las decisiones judiciales han favorecido sistemáticamente su versión, ignorando las pruebas objetivas.
¿Y LOS DERECHOS DEL NIÑO?
“Esta dinámica de protección incondicional a la figura femenina, sin un análisis real de las circunstancias, ha permitido que se vulneren derechos fundamentales del menor”, reclama Alejandro “N”.
Más allá de un pleito de pareja, el centro de esta historia es un niño cuyo bienestar
emocional y físico ha sido subordinado a discursos políticos y a favoritismos de género.
El caso Alejandro “N” es una alerta para repensar cómo se está administrando la justicia familiar en México. No basta con presumir la defensa de los derechos de las mujeres si ello implica pisotear los derechos de los niños.
La protección debe ser equilibrada, basada en pruebas y siempre teniendo como prioridad el interés superior del menor, no los intereses personales ni las estrategias legales de una de las partes.
Y Alejandro “N” se pregunta: “¿Para qué dañar al padre que, al final de todo, será quien vea la manutención de por vida del niño, misma a la que no me he negado?”
Insiste el afectado: “Hoy más que nunca, es urgente construir una justicia familiar donde las denuncias sean analizadas de manera seria, los convenios se respeten, y los niños no sean usados como armas de venganza”.
El bienestar de los menores no puede ser rehén de narrativas ideológicas ni de relaciones de poder.
Alejandro “N” sigue luchando no solo por su derecho como padre, sino por la dignidad y el futuro emocional de su hijo.
Su historia interpela a un sistema que parece haber olvidado que el verdadero fin de la justicia es proteger a los más vulnerables, no obedecer consignas ni mantener privilegios.
La pregunta es incómoda, pero necesaria: ¿seguirá el sistema premiando la manipulación emocional y castigando la búsqueda legítima de convivencia entre padres e hijos?
El viernes, la tercera y última parte de esta novela que consta en denuncias y expedientes ante juzgados.
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