Los líderes de Corea del Norte y Rusia se alinearon junto al presidente chino, Xi Jinping, en el imponente desfile militar de Pekín con motivo del 80 aniversario del fin de la II Guerra Mundial. Más que un acto conmemorativo, la escena dejó claro el mensaje: este bloque busca desafiar la hegemonía de Estados Unidos y presentarse como contrapeso al orden global. Aunque se habló de unidad frente a las sanciones extranjeras, los analistas advierten que la alianza es más un matrimonio por conveniencia que una hermandad ideológica.

Kim Jong-un apuesta a esta foto de poder para arrancar beneficios a Moscú, enviando tropas a la guerra en Ucrania a cambio de apoyo económico y militar. A su vez, presiona a Pekín para sacudirse la dependencia histórica y forzar más ayuda china. El repunte económico del 3.7% que logró Corea del Norte en 2024 —el mayor en ocho años— alimenta la ambición de financiar su programa nuclear y reforzar su control interno.

Mientras tanto, voces como la del profesor Choo Jae-woo sugieren que la reunión podría redibujar el mapa comercial: con un Donald Trump dispuesto a relajar tarifas contra Pekín, China podría abrir la puerta a Corea del Norte dentro del llamado “Sur Global”, fortaleciendo un eje político y económico que inquieta a Occidente.