El sistema solar es una obra maestra de la física celeste, una danza milenaria donde los astros giran alrededor del Sol guiados por fuerzas invisibles, pero precisas. ¿Qué mantiene este orden y por qué cada planeta conserva su órbita sin ser devorado por la fuerza gravitacional solar?

La gravedad: el director de la orquesta

La fuerza principal que rige el movimiento de los astros es la gravedad, una interacción fundamental que actúa entre cuerpos con masa:

El Sol, al ser el cuerpo con mayor masa del sistema, ejerce una atracción gravitacional sobre cada planeta.

Esa fuerza tiende a atraer a los planetas hacia él, como si tirara de ellos con una cuerda invisible.

La velocidad orbital: el equilibrio dinámico

Sin embargo, los planetas no caen directamente al Sol porque poseen una velocidad orbital, producto de su movimiento de formación:

Esta velocidad genera una tendencia a alejarse, similar a lo que ocurre cuando una piedra gira atada a una cuerda.

El equilibrio entre esta velocidad y la gravedad resulta en una órbita estable.

Este fenómeno obedece a las leyes del movimiento planetario de Kepler y a las leyes de la gravitación universal de Newton, que explican matemáticamente cómo se mantienen las trayectorias.

Órbitas estables y movimientos precisos

Cada planeta sigue una órbita elíptica alrededor del Sol, definida por:

Su masa, que influye en la atracción gravitacional.

Su distancia al Sol: mientras más alejado, más lenta su órbita (como lo indica la tercera ley de Kepler).

La inercia del movimiento inicial, que sigue conservándose gracias a la ausencia de fricción en el espacio.

¿Por qué los planetas pequeños no son absorbidos?

Es una pregunta fascinante. Aunque los planetas más pequeños, como Mercurio o Marte, tienen menor masa:

Siguen conservando su velocidad orbital adecuada para contrarrestar la gravedad solar.

No son absorbidos porque el equilibrio entre gravedad y movimiento sigue siendo válido, sin importar su tamaño.

Incluso los asteroides y cometas obedecen a esta dinámica, aunque pueden tener trayectorias más erráticas dependiendo de perturbaciones gravitacionales externas.

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