Para el 31 de diciembre de 2024, PEMEX debía diecisiete y medio millones de millones de pesos. Con un detallito adicional que las autoridades morenistas pretenden mantener oculto: la deuda a proveedores (la mayoría de los cuáles ya dejaron de surtirles bienes y servicios) anda en los 24 mil 973 millones de dólares al 31 de diciembre pasado. En el primer trimestre de este año, ya con Claudia Sheimbaum en la Presidencia, dicho débito creció en 3.8%

Ya en total, la deuda contraída por PEMEX anda en la estratosférica cantidad de diecinueve millones 840 mil millones de pesos (unos dos billones de pesos). Para que se entienda, es el equivalente a un millón 333 mil casas de INFONAVIT tipo medio, dúplex, de tres habitaciones y servicios básicos, a precios de hoy.

Pero no es todo: durante su [des] gobierno, el Macuspánico Andrés Manuel López Obrador premió la ineficiencia y las raterías dentro de PEMEX regalándole como subsidio (tomado de fondos fiscales, impuestos y deuda) la cantidad de dos millones doscientos mil millones de pesos (2.2 billones). Otra vez, para ponerlo en perspectiva, el equivalente a 147 mil viviendas nuevas tipo INFONAVIT.

No… no… Espere. Faltan algunos detallitos:

Oficialmente, hasta hoy, el patético capricho de la Refinería Olmeca, pero mejor conocido como «DOS BOCAS» (inaugurada cuatro veces y sin producir ni el 20% de los prometido), nos ha costado a los mexicanos 399 mil 172 millones de pesos. Pero dicen los expertos que hay que sumarle, por lo menos, otros tres mil millones de dólares que harán falta para concluir las obras, corregir los errores, actualizar los diseños, cambiar ciertas tecnologías que eran obsoletas antes de comprarlas y solventar los graves inconvenientes del sitio o las consecuencias de los arbitrarios tomadores de decisiones que decidieron construir la planta la sobre pantanos y zonas que se inundan por lo menos un tercio del año, sin contar con la falta de energía eléctrica ni ductos para la materia prima ni ductos adecuados para el producto terminado.

Debe tomarse en cuenta que los planos y diseños utilizados para la obra no sólo eran antiguos sino que fueron hechos para una zona montañosa y de altura, no para llanos inundables.

Así, en un escenario optimista, el caprichito de Dos Bocas terminará costando 459 mil 172 millones de pesos, o sea, otras 306 mil casas de INFONAVIT.

Si usted, amable lector, pensó que ya se acabó esta historia de terror, se equivoca de palmo a palmo. En 2016, el Gobierno de Enrique Peña Nieto absorbió 184 mil 200 millones de la deuda laboral de PEMEX, pero ese dinero fue dinero al caño. En apenas seis años, desde 2018, López Obrador incrementó un ¡29%! los pasivos de PEMEX con su personal. Ya se trata de cifras impagables.

Pero el escenario es aún peor. De 2018 a 2024, la producción de crudo de PEMEX pasó de 1.81 millones de barriles diarios a 1.48 millones de barriles diarios, lo que representa una caída total del 18.2% en 7 años. En términos absolutos, esto equivale a una reducción de aproximadamente 330,000 barriles diarios. En el mismo lapso, la producción de crudo y condensados cayó 12.5% (si se creen las cifras del Gobierno).

En 2024, México importó aproximadamente el 56% de la gasolina que consume, según datos verificados de PEMEX y análisis de medios especializados. Esta cifra refleja una dependencia significativa de combustibles procesados importados, principalmente de Estados Unidos, que suministra más del 72% del consumo de gasolina, diésel, gas natural y combustible para aviones en México. De acuerdo con expertos, en 2020 México se convertiría en importador neto de petróleo crudo. La Agencia Internacional de Energía (AIE) ha proyectado que la producción de petróleo de México disminuirá significativamente para entonces, lo que podría llevar al país a depender de las importaciones para satisfacer su demanda interna. 

Aunque las reservas probadas de gas tuvieron un incremento, la caída del 9.4% en las reservas probadas de crudo refleja la declinación natural de campos maduros (como Cantarell y Ku Maloob Zaap), la limitada inversión en exploración y la producción sostenida sin suficiente restitución. En 2024, las reservas cayeron por debajo de los 6,000 millones de barriles, el nivel más bajo en el sexenio. Por otro lado, increíblemente, la mala administración del gas, con la que se premiaron las raterías de Cuitláhuac García Jiménez, ha provocado que la importación de gas suba hasta más del 60% del consumo nacional; de nada sirven las reservas si no hay capacidad de procesarlas.

Las ocurrencias, el desconocimiento de la materia energética por parte de los funcionarios puestos a cargo de las más altas responsabilidades en la petrolera mexicana, pero sobre todo la gran incertidumbre jurídica, la desaparición de los organismos reguladores autónomos, la nueva ley de hidrocarburos y el clima de constante agresión al capital privado, también han generado consecuencias mayores: a partir de 2019, el Gobierno de México suspendió nuevas rondas de licitación para la exploración de posibles nuevos yacimientos. lo que limitó la actividad privada. Las dificultades técnicas y las bajas prospecciones de los posibles yacimientos también han sido causa de cancelaciones, sobre todo en aguas profundas.

En 2023, se reportó un récord de abandonos, con 26 de los 38 procedimientos de renuncia a contratos petroleros ocurriendo en ese año, equivalente al 34% de los 111 bloques adjudicados desde la reforma energética. Estos abandonos se continúan intensificado. GLOBAL OIL, de EUA, cancelado. ENI (Italia), cancelado. MAUREL & PROM (Francia), cancelado. Reliance Industries (Italia), cancelado. WOODSIDE ENERGY (Australia), cancelado. Murphy Sur y PC Carigali: Estas empresas devolvieron parcialmente bloques en las Cuencas Salinas en 2023, según la CNH. Recientemente SHELL (holandesa/inglesa) no sólo renunció a sus exploraciones, sino que vendió sus estaciones de servicio y dejó sus operaciones en México.

La productividad es otro de los graves problemas de PEMEX, aparentemente insoluble.

Un trabajador de SAUDI ARAMCO, produce 7 veces más crudo que uno de PEMEX.

En EXXONMOBIL, un empleado produce dos veces más que un mexicano.

Los de PETROBRAS, 1.73 veces más.

Probablemente PEMEX sea el mayor empleador en el ramo, con la mayor tasa de ausentismo, accidentes laborales, incidentes de corrupción, venta de plazas y contratos, salarios y prestaciones que en algunos casos cuadruplican el promedio del mercado. Hay pensiones que podrían igualar a ministros de la Corte.

En México, el costo de producir un barril de petróleo crudo en 2024 era de aproximadamente $15 a $18 dólares de EUA por barril (sin impuestos) y de $45 a $55 por barril (incluidos impuestos).

Ya con impuestos incluidos, en ARABIA SAUDITA, el costo es de 8 a 9 dólares; en Rusia (ROSTNEF) de 7 a 10; EXXONMOBIL de EUA, de 12 a 15; PETROBRÁS de 10 a 14; y el promedio de los productores de la OPEC, de 10 a 12 dólares de costo de producción por barril.

Esa es la soberanía energética que legan a los mexicanos ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR y CLAUDIA SHEIMBAUM PARDO, por no hablar de la corrupción oficial y la delincuencia institucionalizada en el robo de crudo y de combustibles refinados, de la importación ilegal de combustibles y del -ahora sabemos- inconmensurable negocio ilícito del huachicol fiscal que rebasa con mucho a los «poquiteros» pica ductos que trabajan en complicidad con empleados de PEMEXA, autoridades y gasolineros corruptos.

Tampoco hablamos de la contaminación, de las fugas tóxicas de gases y líquidos como las que continúan ocurriendo en el sur de Veracruz, con cientos de intoxicados, ni de los continuos derrames, ni de la muerte de cuerpos de agua como el Río Coatzacoalcos, ni de los pagos multimillonarios por simulación de acciones de remediación, ni de los accidentes causados por la falta de mantenimiento a las instalaciones ni, tampoco, de tecnología que hace decenios está fuera de uso y que en México sigue siendo la base operativa de la paraestatal.

Frente a este escenario, se plantea que dentro de la administración de Sheimbaum que el Gobierno (o sea, nuestros impuestos) absorba íntegramente la deuda de PEMEX y la convierta en deuda pública, saneando las finanzas de la empresa pública, el famoso PEMEXPROA (en referencia al FOBAPROA que tanto criticó López Obrador, pero en un monto decenas de veces mayor. Se trata de una medida idéntica a la de los gobiernos «neoliberales» que tanto se ha criticado desde el oficialismo mexicano.

En junio de 2025, el columnista Darío Celis señaló que el gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum estaba considerando absorber cerca del 50% de la deuda financiera de Pemex (aproximadamente 50,000 millones de dólares). Esto implicaría recomprar bonos por 120,000 millones de dólares en el mercado, una operación compleja que requiere el respaldo de calificadoras y tenedores de bonos.

El 24 de junio de 2025, la Secretaría de Hacienda anunció una operación para recomprar un bono de Pemex de 2026 por 2,000 millones de dólares y canjear bonos con vencimientos entre 2027 y 2031 por 2,500 millones de dólares, lo que sugiere un esfuerzo por reestructurar los pasivos de la petrolera.

El ex Secretario de hacienda, Rogelio Ramírez de la O, reconoció que reestructurar la deuda de Pemex “tomará años” y que las transferencias actuales (e.g., 136,000 millones de pesos a principios de 2025) son sólo una solución transitoria. La dependencia viene insistiendo en n “endeudamiento neto cero” para este año. Frente a los compromisos actuales de la paraestatal, se requeriría un milagro de dos billones de pesos, para lograrlo, aunque con su ineficiencia, en breve plazo la empresa volvería a estar igual o incluso peor que ahora. Por cierto, la propia SHCP determinó la reducción de un 10% en el gasto de PEMEX para este año, lo que aleje mucho más las posibilidades de modernización, reconversión tecnológica y mucho menos protección ambiental o saneamiento financiero.

Por su parte, Luz Elena González, la actual Secretaría de Energía, ha mostrado preocupación por la caída en la producción (1.48 millones de barriles diarios en 2024) y la crisis operativa, pidiendo un plan emergente para aumentar la exploración y producción, pero no ha abordado directamente la conversión de la deuda en deuda pública.

Pero la gran sorpresa es otra: Carlos Slim ha expresado en varias ocasiones su interés en invertir en el sector petrolero, especialmente en México, como una estrategia para diversificar su portafolio y aprovechar oportunidades en un sector que considera estratégico a pesar de los desafíos financieros de Petróleos Mexicanos. Slim ha invertido más de 2,000 millones de dólares en proyectos petroleros y gasíferos en México, consolidándose como el principal socio privado de Pemex.

Slim ha invertido más de 2,000 millones de dólares en proyectos petroleros y gasíferos en México, consolidándose como el principal socio privado de Pemex. Estas inversiones incluyen:

Campo Zama: Adquirió una participación minoritaria a través de Grupo Carso, comprando el 50% de la filial mexicana de Talos Energy por 125 millones de dólares en 2023. Zama podría representar hasta el 10% de la producción petrolera de México.

Campos Ichalkil y Pokoch: En 2023, invirtió 530 millones de dólares para adquirir el 50% de estos yacimientos frente a las costas de Campeche.

Campo Lakach: En 2024, comprometió 1,200 millones de dólares para desarrollar este yacimiento de gas en aguas profundas en el Golfo de México, en asociación con Pemex, Talos Energy, y una unidad de Fomento de Construcciones y Contratas SA. Se espera que produzca gas a partir de 2026.infobae.comelpais.comelfinanciero.com.mx

En 2024, también invirtió 1,000 millones de dólares en producción y refinación de petróleo crudo, incluyendo 602 millones de dólares para aumentar su participación al 25% en PBF Energy (EE.UU.) y 24.2 millones de dólares en acciones de Talos Energy y PBF Energy, aprovechando caídas bursátiles.

Slim ha enfatizado la necesidad de mayor inversión privada en el sector petrolero mexicano para mejorar la situación financiera de Pemex, que enfrenta una deuda monumental y una producción en mínimos de cuatro décadas. En un foro por el Día del Ingeniero 2025, declaró: “Hay que invertir más en producción que en exploración y que los privados produzcan más barriles de petróleo para mejorar la situación de Pemex. Hay que invertir más en producción que en exploración y que los privados produzcan más barriles de petróleo para mejorar la situación de Pemex.»

El propietario de Grupo Carso propuso que México invierta entre 25% y 28% del PIB en infraestructura, incluyendo el sector energético, para impulsar el desarrollo económico y reducir la dependencia de importaciones de combustibles como gasolina y gas.

Es en este contexto que tanto en los corrillos financieros como entre los diputados y senadores se especula que el Gobierno de la República encabezado por Claudia Sheimbaum estaría preparando la «limpieza financiera» de PEMEX, a fin de dejarlo condiciones de rentabilidad y, a partir de mayores inversiones de capital, incluso bursátil, ceder el control de la empresa más grande de México a los privados, mencionándose que de presentarse tal hecho, el beneficiario sería precisamente el magnate de la telefonía. Se comenta que políticos de todo el espectro político y empresarios han manifestado molestia con ése posible esquema de «solución», a pesar de que vendría a desplazar las agresivas políticas morenistas, presuntamente «antiliberales».

Hay que recordar que el 19 de diciembre de 1990, Grupo Carso, liderado por Carlos Slim, ganó la licitación pública para adquirir Telmex, que era una empresa paraestatal (pública) hasta ese momento. La subasta se anunció en septiembre de 1989, pero la operación se concretó en diciembre de 1990. Slim integró un consorcio al que aportó únicamente el 5.8% de las acciones de control de TELMEX, pero aliado a sus coaligados, eso le bastó para asumir el control total de TELMEX.

El PRD, del que era presidente en Tabasco Andrés Manuel López Obrador, era profundamente crítico de las «políticas neoliberales» del Presidente Carlos Salinas De Gortari, incluyendo las privatizaciones. El PRD argumentaba que estas medidas favorecían a elites empresariales y extranjeras, debilitaban el control estatal sobre sectores estratégicos y afectaban a los trabajadores y consumidores.

En 2006, durante su campaña presidencial, López Obrador señaló a empresarios como Carlos Slim como beneficiarios de un modelo económico que concentraba la riqueza, criticando las privatizaciones por crear monopolios privados en sectores clave como las telecomunicaciones.

Durante toda su presidencia, AMLO mantuvo una postura crítica hacia las privatizaciones de los años 80 y 90, argumentando que empresas como Telmex fueron vendidas a precios bajos, lo que enriqueció a un pequeño grupo de empresarios a costa del interés público. Todavía en 2024, López Obrador comentó que las privatizaciones, incluida la de Telmex, convirtieron monopolios estatales en privados sin mejorar la competencia ni los servicios para los consumidores.

De confirmarse las diferentes versiones de que el saneamiento financiero de PEMEX correrá a cargo de los contribuyentes a fin de que pueda incrementarse la participación e incluso el control de los particulares sobre los maltrechos activos petroleros de México, el discurso de «soberanía energética» de López Obrador y de Sheimbaum harían evidente la demagogia y el falso discurso de las autoridades, la copia exacta de las políticas y medidas «neoliberales» en las que han basado su empoderamiento y su discurso y, tristemente, los catastróficos, costosos e irreparables caprichos de los presidentes López y Sheimbaum.

FUENTE: SOCIEDADTRESOUNTOCERO