Juan Carlos y su familia se dedican a la venta de gradas en el Carnaval de Veracruz desde hace 37 años; el negocio le permitió sacar adelante su hogar, pero ahora ya no es una actividad rentable como antes y se volvió más una tradición.
Por MARA LOPEZ
Escrito en VERACRUZ el 1/7/2025 · 10:31 hs
Última actualización: 1/7/2025 · 10:33 hs
VERACRUZ, VER.- Juan Carlos Agosto Casarín está sentado en la parte más alta de sus gradas del Carnaval de Veracruz, mientras escucha por la bocina a Los Ángeles Azules, grupo musical que cerró las noches de conciertos masivos de las fiestas número 37 en la que él y su familia participan como graderos. Con una sonrisa, explica que, lo que en un principio significó una segunda fuente de ingresos, hoy es una tradición y un negocio familiar cada vez menos rentable.
A su lado está Elizabeth, una de sus hijas que participa en la venta de gradas, que hace más de 20 años eran sillas de plástico y tarimas de madera construidas por él mismo para disfrutar del Carnaval de Veracruz. “Eran muy, muy altas. De hecho, nunca me expliqué cómo Protección Civil dejaba que se construyeran”, dice entre risas la mujer de 37 años.
Este 2025 llegaron a sus gradas, ubicadas al costado del Hotel Royalty, entre las 11 de la mañana y la 1 de la tarde. Hace décadas, Juan Carlos habría dormido debajo de las tarimas para cuidarlas, mientras que su familia habría llegado por la mañana a preparar las cervezas, los refrescos, los hielos y las sopas instantáneas para vender a turistas y locales.
Sin embargo, esos días quedaron atrás. Hoy ya no venden alimentos ni bebidas porque, aseguran, dejó de ser negocio hace una década. “Hoy ya no es negocio para nosotros, nada más con las gradas es suficiente, ya no queremos más complicaciones en nuestra vida y forma de trabajar”, explica Juan Carlos, de 67 años.
Cuando Elizabeth tenía 12 años, su familia aún generaba ganancias ya que había pocos comerciantes y muchos asistentes, pero ahora es al revés. El sábado 28 de junio, día del primer paseo, Juan Carlos alcanzó a vender el 45 por ciento de sus gradas. Para el domingo, el pronóstico de venta bajó al 25 por ciento, y para el lunes y martes, los asientos pasaron de 110 a dos por 50 pesos.
Aunque este es un comportamiento esperado, para Elizabeth el cambio ha sido evidente. Cada año, señala, hay menor asistencia de turistas y menor producción en el Carnaval de Veracruz.
“El Carnaval se ha degradado mucho porque, una, no hay dinero, y yo creo que ese es el factor más grande. El otro es el cambio de las fechas (…) A nosotros qué, pues a las gradas se les invierte menos que a la cerveza, pero les afecta a los que realmente rentan para obtener algún tipo de ganancia”, dice la comerciante.
El Carnaval de antes
Este año, imágenes de gradas parcial y completamente vacías invadieron las redes sociales, pero Juan Carlos mantiene la sonrisa a pesar de las bajas ventas. Principalmente, dice, porque ya no vende por necesidad económica, ahora está pensionado y sus hijos, quienes ya son adultos, tienen su vida hecha fuera del Carnaval.
Hace 37 años, él emprendió como gradero para ayudar a su familia de 5 integrantes. Era trabajador del muelle y vender gradas, cervezas enlatas y comida como garnachas, pambazos, palomitas, hotdogs y tamales en compañía de sus tres hijos y su esposa, son memorias que atesora debido al cambio.
Con 67 años, Juan Carlos define al Carnaval como una fiesta alegre y familiar que significa cultura. En sus mejores años, recuerda, había 6 desfiles en lugar de 4 donde la alegría y diversión brillaban por la asistencia de miles de personas.
Ahora, en 2025, él y los demás comerciantes agradecen que las lluvias no cancelaran alguno de los desfiles. De hecho, admite con vergüenza, su familia esperaba vender menos del 45 por ciento de sus gradas el sábado, considerado como el día más importante de ventas y que, años atrás, no era muy distinto al domingo.
Con risas, recuerda que en el 2015 el éxito del Carnaval eran las cervezas enlatas “bien muertas”. El hielo para enfriarlas solían conseguirlo en la hielería que estaba cerca del Hotel Mar y Tierra, pero debido a la competencia, a la logística que implicaba y a que después el público prefirió las caguamas, abandonaron el negocio.
“Ahora últimamente son las micheladas”, dice mientras observa el puesto de bebidas preparadas colocado frente a sus gradas. A pesar de que disfruta del paseo y del ambiente familiar, Juan Carlos admite que ya se encuentra cansado.
“Ya estoy planeando que ellos se dediquen a esto, si es que quieren conservarlo, para que yo descanse un poco más”, explica.
Si bien el Carnaval es parte de la historia familiar de Juan Carlos, admite, como comerciante, que el mejor Carnaval de Veracruz ocurrió en 1995, cuando Yuri fue coronada reina por primera vez.
En aquella ocasión, dice, los más de dos kilómetros del bulevar Manuel Ávila Camacho se abarrotaron de personas emocionadas. Gradas al cien por ciento de ocupación y un fallo en el carro de Yuri, logaron que la venta de alimentos y bebidas fuera un éxito mientras que la reina bailaba y alegraba a los veracruzanos.
Una infancia en medio del Carnaval
Según Juan Carlos, Elizabeth tiene los mismos años que él dedicándose como gradero en el Carnaval de Veracruz. Aunque ella acude desde los 2, sus primeros recuerdos son durante la adolescencia.
Describe que, mientras sus padres cuidaban de ella y sus hermanos, todos disfrutaban de los carros alegóricos que recuerda como grandes producciones, con luces, sonido y souvenirs únicos como mochilas, lápices y libretas que la emocionaban como niña.
“Yo lo recuerdo muy bonito, y es una pena que ya no sea como antes. Ya ahorita, ¿qué te avientan? Un termo que dura, no sé, un mes. Antes era distinto, había pelotas de fútbol, de básquet y vóley de la Coca-Cola”, recuerda Elizabeth.
Ahora, años después, Elizabeth sólo espera que el Carnaval de Veracruz regrese a su esencia, que sea colorido, familiar y emocionante. Desde el 2024, asegura, turistas culpabilizan a los graderos y comerciantes por las lluvias durante los paseos a pesar de que ellos no sean los responsables.
Por tradición y estrategia comercial, Elizabeth espera que el Carnaval regrese a febrero para continuar con los más pequeños de la familia la tradición de vender gradas a lado del Hotel Royalty.
vtr